Utrecht. La Venecia holandesa

A tan solo 33 kilómetros de la capital Amsterdam, pequeñita, de unos 300.000 habitantes, coqueta y animada, de origen romano, cultural y atravesada por encantadores canales, que no tienen nada que envidiar a los de Venecia, nos encontramos con una ciudad por descubrir en pleno corazón holandés.

Nuestro vuelo salía algo tempranito, nada más y nada menos que a las 6.50 de la mañana, desde el aeropuerto de Barajas, en Madrid. Debido a la hora, tuvimos que estar bastante tempranito en el aeropuerto y francamente, para todo aquel no lo halla hecho, estar en un aeropuerto a esas  horas, es toda una experiencia 100% recomendable simplemente por el mero hecho de contemplar la fauna que por esos pasillos acampa con sacos de dormir mientras ve una película con el portátil o simplemente busca un recoveco tras una columna esperando su hora de embarque a la par que se atiborra de litros de café. En mi caso me costó pegar una pequeña cabezada debido a las limpiadoras, que subidas en unos “cortacésped-fregona” preparan una zapatiesta impresionante pasando una y otra vez junto a “los campistas”.


El vuelo, a bordo de Easyjet, fue bastante cómodo, sobrevolamos la capital franchute, París, que nos mando un saludo con un arco del Triunfo visible desde lo alto y en poco más de 2 horas nos plantamos en el aeropuerto de capital Holandesa, Schiphol, con las miras puestas en Utrecht y con ganas de descubrir sus rincones y encantos.

A nuestra llegada al aeropuerto de Schiphol, lo primero fue coger un tren en dirección Utrecht Centraal Statation. Los tickets no se sacan en oficinas, en su lugar, por todas las estaciones hay una serie de cajeros automáticos que en su mayoría solo van con tarjeta de crédito Maestro (he oído que algunos casos también aceptaban VISA, pero yo solo vi Mastercard).

Lo que parecía que iba a ser tarea fácil, se convirtió en un mar de dudas a la hora de enfrentarnos con la maquinita de los tickets, así que a continuación os detallo lo que os encontrareis en estas maquinas y para qué es cada cosa:

Si lo que queréis es un trayecto sencillo, normal y corriente, como puede ser ir del Aeropuerto a Utrecht, marcad Single.

A continuación seleccionad el destino, en este caso “Utrecht Central”.

1ª o 2ª clase, este tema es bastante cachondo. Los vagones vienen marcados con un numerito, 1 o 2, de primera o segunda clase. La diferencia es que en los vagones de primera clase existen normas en cuanto al silencio y debido al suplemento que se paga para esta te aseguras un asiento, cosa que en segunda clase, en hora punta, puedes llegar a jugártela y tener que ir de pie durante todo el trayecto. Yo os aconsejo que marquéis 2ª clase, os ahorráis el dinero y dudo que tengáis problemas de hueco.

Después te toparas con el modo de ticket, con o sin descuento y, a menos que te encuentres bajo alguna promoción o tengas una tarjeta llamada Voordeel-Urenkaart, deberás marcar “Full Fare”.

A continuación deberéis marcar “Valid today”, billete válido para ese día o “Open date”, fecha abierta, que os servirá para cualquier día que deseéis.

Por último marcad la cantidad de tickets que queréis y seleccionáis el modo de pago, que como digo, siempre será con tarjeta de crédito o débito y para la que deberéis introducir esta y posteriormente vuestro PIN secreto pulsando un botón verde para finalizar y te sean endiñados los 13,40€ del ticket de tren. No está mal teniendo en cuenta que en ciudades como París, te clavan 15€ por persona.

El trayecto en tren fue una gozada. Al ser trenes de 2 plantas, nos sentamos en la parte superior y disfrutamos de estupendas vistas a medida que avanzábamos ya que fuimos pasando por encantadores pueblecitos con fantásticos campanarios, enormes praderas salpicadas por vacas pastando, molinos, ríos y los famosos súper aparcamientos con 300 millones de bicicletas.

En el tren tienes que estar ojo avizor en cuanto a la parada por la que vas ya que estas solo son indicadas en holandés por megafonía y a menos que seas autóctono de la zona, dudo que te enteres de algo. El holandés es un idioma que a mi me supera, me considero un autentico inútil para lograr entender ni siquiera una silaba de él. Fue por esto, cuando a falta de 2 paradas, decidimos bajar y esperar nuestra parada desde el vagón de abajo.

Una vez en Utrecht, maleta en mano y con ganas de llegar a nuestro hotel, el NH Utrecht, atravesamos la estación y creyendo que deberíamos andar más, alucinamos viendo que prácticamente saliendo de la estación te topabas con el hotel. Vamos en menos de 2 minutos de la estación. Perfecto vamos. Los check-in en Holanda y en muchos Paises de la Unión, son a las 15.00, es por ello que tuvimos que dejar las maletas en el hotel para poder empezar con nuestro periplo por la ciudad.

La estación de trenes de Utrecht es una de las más importantes de Holanda, es prácticamente un centro comercial, en ella encontrareis absolutamente de todo: ropa, restaurantes, supermercados, tiendas…

Pues bien, atravesando la gigantesca “estación-centro comercial” de trenes y muertos de hambre que estábamos, nos topamos con un tipo de negocio, en plan “take away”, muy cachondo y tradicional en el que te venden patatas fritas dentro de unos cucuruchos de cartón con la salsa que tu desees por tan solo 2€ y pico. Sin duda un buen tentempié que nos cargó las pilas.

Nada más salir de la estación, casi sin darte cuenta y a 10 minutos caminando, te metes en pleno corazón de Utrecht.

El centro es coqueto, lleno de tiendecillas y de cuidadas y encantadoras casitas con fachadas de piedra que combinan perfectamente con el blanco de sus ventanas, decoradas con visillos y con tejados de pico y teja por sombrero.

Es una chulada pasear por esas callecillas y jugar a coleccionar fachadas. Cada una de estas es distinta, con un encanto particular pero siempre siguiendo una patrón común que las delata como «holandesas» a leguas.

Caminando, caminando nos encontramos con el Oudergratcht, el canal viejo, que discurre por el centro de la ciudad y que junto a sus puentes te  invitará a sentarte en uno de los banquitos que en estos hay y contemplar la sorprendente vida que éste tiene durante unos minutos.

Es recomendable dar un paseito como el que hicimos a través de sus márgenes, en las que por cierto puede comer en multitud de estupendos restaurantes, como el popular Winkel van Sinkel, en el que pudimos cenar, bodegas y demás encantadores lugares con terracitas a pie de canal que te permitirán disfrutar de “estampas de postal” que en muchísimos casos te recordarán a los viejos canales de Venecia, en las que las cosas, conviven con el agua a pie de puerta.

Una estupenda forma de conocer estos canales es a través de barcos que te llevan a través de ellos al igual que en ciudades como Amsterdam o bien, si lo deseas y tal como nosotros hicimos, con Kayak. Recorrer los canales de Utrecht en kayak es una forma divertida y única que no te dejará indiferente y menos aún si lo haces al caer la noche a través del popular Trajectum Lumen en el que iluminan con colores las partes bajas de los puentes. Es toda una aventura y experiencia que no se debe dejar pasar.

Otro de los emblemas de Utrecht, junto con sus canales y fachadas, es la que yo denomino como “el faro de Holanda”: La torre Dom. Pasear por Utrecht sin ver esta gigantesca torre de 111 metros de altura y no oir sus campanas es un verdadero imposible. Su visita en Utrecht es obligada y contar sus 465 escalones también.

Poco a poco la tarde fue cayendo y la hora de cenar, en Holanda sobre las 19.00 horas, llegó y nos dirigimos al restaurante Olivier donde comimos como reyes en un escenario bastante peculiar que os invito a que conozcáis en otro de mis post. Este restaurante no os dejará indiferentes, el local tiene una larga historia que convierte tu cena en una «experiencia religiosa».

A la mañana siguiente, descansados y todavía en la retina con una panorámica general de la ciudad del día anterior, nos dirigimos, bien tempranito, a la oficina de Turismo de Utrecht, donde nos hicieron entrega de 2 fantásticas e-bicicletas para recorrer la ciudad.

Al principio me quedé algo extrañado puesto que en mi vida me había montado en ninguna, pero tengo que decir que es la mejor bicicleta en la que me he montado jamás. En la parte trasera tiene un botoncito que se debe pulsar para encender la bici y en el manillar izquierdo, otro de ON junto con el modo: Low, Middle y Fast que irás compensando con el manillar derecho con marchas del 1 al 5.

¿Qué diferencia hay con una bicicleta normal a la hora de montarla? Lo mejor es probar la sensación de llevar una, pero si tuviera que explicarlo de algún modo, simplemente diría que a medida que pedaleas la bicicleta te ayuda a pedalear de modo que no te cansas y alcanzas una velocidad impresionante con un máximo de nada más y nada menos de 75km/h. Es una moto vamos. El precio ronda los 900€ y el alquiler lo puedes solicitar en la misma oficina de turismo por 19€ al día y un deposito de 65€ en concepto de fianza que bien puedes dejar con la tarjeta de crédito y que te reingresan al devolver la bici.

Paseando y paseando vimos que con el tema de las bicicletas en Holanda no nos exageraban. Es impresionante el número de bicicletas que circulan por la ciudad. Hay bicicletas de todo tipo, color y forma y la “cultura a 2 ruedas” ya no solo de Utrecht, sino de Holanda en general, es alucinante. Una de las cosas que pudimos observar en Holanda es el bajo numero de personas obesas que se veían, factor en el que nos apoyamos en el fenómeno bici como para justificar este hecho ya que si cada holandés coge la bici una vez al día una media de 15 minutos ya se mueven 15 minutos más que la gran mayoría de españoles que practican el sillón-ball. Yo y mis teorías.

Dejar la bici en la calle con total tranquilidad es una actividad del día a día completamente normal y la señalización y normas de circulación para bicicletas están completamente adaptadas a estas.

Fijaos si es alucinante el número de bicicletas, que en muchos casos los aparcamientos son de 2 plantas con inmensos railes para que quepa el mayor numero de bicicletas. Alucinante.

El recorrido con la bici fue una chulada y nuestra primera parada, un lugar del que salimos flipando en colores y del que os aconsejo que os informéis visitéis o no Utrecht. Hablo de la casa de Rietveld. Este arquitecto y diseñador holandes construyó para él y su familia una casa absolutamente transformable y que podreis visitar y ver como se transforma en un tour explicativo por la casa.

Desde allí nos dirigimos hacia el Central Museum de la ciudad. El Central Museum no es un museo cualquiera, este museo combina arte contemporaneo, obras clásicas de pintores holandeses, restos romanos de la ciudad, dibujos a mano, etc.

Como complemento a este museo, podreis visitar otro museo bastante más distinto, colorido y singular. Os hablo del famoso dibujante Dick Bruna, el pintor de Miffy, el conejito blanco y el resto de personajes. Por si no os suena aquí os dejo una foto del conejito para que direis: “Ahhhhh eeeeeseeee”. Es bastante conocido y el museo una chulada que teneis justo en frente del Central Museum.

La hora de comer se nos echó encima pero antes paramos en el mercado de las flores de Utrecht, que podemos encontrarlo de 7 de la mañana a 4 de la tarde en la plaza Janskerkhof todos los sábados. Una paradita de color que si teneis oportunidad y os coincide en fecha no podeis perderos.

Aquí os dejo un video de nuestra paradinha por el mercado al son de una orquesta local.

El almuerzo lo hicimos allí mismo, en la plaza y un huevo frito triple junto con una patatitas entraron divinamente después de un día duro en bicicleta.

Ya comidos nos dirigimos a la oficina de turismo y por gracia del destino nos encontramos con un evento, que no pudimos adivinar de qué se trataba, en el que habia infinidad de personas vestidas con trajes tradicionales holandeses y de época. Fue muy divertido ver a ancianos en carruajes con caballos percherones y señoras con largos trajes con sombreros. Fue curiosísimo y muy cachondo el ver lo contentos que estaban con esas pintas.

Después de tan divertido imprevisto en el camino fuimos directos de nuevo a la oficina de turismo de Utrecht, ubicada a los pies de la torre Dom y que podréis distinguir fácilmente si vais puesto que su logo son 3 “V”. Una vez allí aprovechamos para comprar unos cuantos souvenirs. Nos sorprendió mucho no encontrar tiendas de recuerdos, contamos solo 2, la de la oficina y una junto al Oudegracht. Por el contrario, si lo que quereis es ropa, no dudeis en echar un vistazo a los escaparates. Utrecht en concreto es un paraíso para los compradores compulsivos de ropa. Es chulísima, de mucha variedad y con tiendas para todos los gustos. No son marcas conocidas pero el abanico de tiendas es superamplio.

Pasear por las calles de Utrecht, coleccionar fotos de sus casas, tomar un café o sencillamente cenar en uno de sus canales, dejarte llevar por sus parques, experimentar el Trajectum Lumen y el color de sus luces en la noche y perder la vista desde lo alto de la torre Dom son fantásticos recuerdos que te regalará una hermosa ciudad aún desconocida para muchos y que espera ser descubierta tal y como nosotros lo hicimos.