La primera de nuestra cenas en Utrecht fue en uno de los lugares más especiales y curiosos en los que he comido nunca.
El restaurante Olivier, ubicado a pocos metros de la estación centraal de Utrecht y más concretamente, en la calle Achter Clarenburg 6ª, se encuentra en la que en su día fue una antigua iglesia oculta, la iglesia Sta. Maria Mirror Kerk.
Por fuera, nunca se diría que en su interior un día hubo una iglesia, pero la realidad es concluyente, en el siglo XVI, durante la reforma protestante e iconoclástica, al ser peligroso el hecho de profesar la fe abiertamente, algunas iglesias, como era el caso de esta, se encontraban escondidas, ocultas bajo fachadas que aparentaban ser casas normales.
Al entrar flipamos bastante con el interior. Es impresionantemente grande. Comer en Olivier es como comer en una iglesia, ¡¿pero que digo?! Comer en Olivier es comer en una iglesia! Surrealista.
Aún conserva el altar, algunas figuras e imágenes, el órgano y las bóvedas del techo. Es muy curioso como resuenan las voces de todas las personas comiendo y hablando con la resonancia típica de una iglesia. Era extraño a la vez de muy cachonda situación.
En cuanto a la comida genial, nos sirvieron superrápido y estuvieron muy atentos con nosotros en todo momento. Nada más llegar nos recibieron con el coctel especial de la casa y nos colocaron en un reservado frente al que en su día fue el altar de la iglesia. Se puede decir, que nuestra mesa, estaba justo en el sitio donde en la foto de arriba veis que están casando a una pareja.
Yo no soy muy de alcohol, todos los que me conocen lo saben, soy un chico muy light (¬¬), pero personalmente el cóctel de Olivier estaba bastante bueno. El cóctel al parecer era súper especial y ni siquiera en la carta venía, pero aún así, logre obtener la pócima secreta gracias al simpático camarero que nos atendió. Aquí os pongo la receta para los más atrevidos.
El cóctel tan solo tiene el 4,5% de alcohol ya que el maracuyá o fruta de la pasión (passionfruit) no tiene alcohol, el zumo de naranja tampoco y por último, la cerveza belga “Mort subite” tan solo tiene el porcentaje que os he dicho. A Diana no le hizo mucha gracia, pero ya sabemos que a ella no le gustan demasiadas cosas, su paladar es sota, caballo y rey, y yo, con tal de no hacer el feo de dejar su cóctel en solitario, me bebí los 2 como un campeón. Ya digo que estaban bastante buenos.
Después de un rato nos pasaron a otra mesa en uno de los laterales centrales de la iglesia. Nos prepararon una mesa estupendamente y nos dieron las cartas para que pidiéramos lo que quisiéramos.
En la carta encuentras de todo un poco, pescados, carnes y platos vegetarianos:
- Salmonetes en salsa cremosa con camarones, verduras y patatas, servido con papas a la flamenca.
- Caballa al horno con verduras y patatas bebé, servido con papas a la flamenca.
- Merluza estilo flamenco cocidas con “Spek mie sloai” y espuma de la cerveza Hoegaarden bañada en salsa cremosa con trocitos de tocino, verduras y patatas
- Jamón sin hueso con “salsa de Olivier”
- Rib-eye (chuletón) “batchten de Kupe”, con salsa de vinagre de saúco, crema, cebolla, champiñones y tomillo, servido con vegetales y papas a la flamenca.
- Meat-ball (Albóndigas) rellenas de queso de Orval, que se sirve con ensalada fresca y papas a la flamenca.
- Caldereta de cordero servido con una ensalada fresca y papas a la flamenca
- Chuleta de cerdo con salsa de Barbar (tipo de cerveza), servido con verduras.
- Fondue de camembert con Leffe (cerveza) verduras, papas y verduras de primavera
- Menestra de verduras de primavera con remolacha roja asada y patata al horno.
Los precios de cada plato van desde los 15€ a 18€ pero os aseguro que están superbien servidos y bastante elaborados. En nuestro caso nos quedamos con el primero de los platos, los salmonetes, que estaban realmente exquisitos junto con la salsa de crema, alguna que otra gamba y las verduras que a estas acompañaban.
Y para Diana, una gran Meat-ball rellena de queso bañada en una salsa de tomate exquisita junto con un cucurucho de patatas que acompañaba al plato.
Como colofón, el postre. Pedimos de nuevo la carta y le echamos un vistazo a los postres encontrándonos con los siguientes:
- Gofre de Lieja o belga, con salsa de chocolate y helado de vainilla.
- “Dame Blanche”, crema de helado de vainilla con salsa de chocolate caliente y nata montada.
- Tiramisú con helado de canela.
- Flan de vainilla con cerezas y migas de galleta.
- Fruta con yogur tarlet de vainilla.
- Sorbete de 3 sabores diferentes, salsa de cerezas, sprite y nata montada.
- Plato con variedades de quesos belgas, nueces y jarabe de Lieja.
Mis traducciones insitu con los postres no fueron demasiado buenas y pedimos casi a boleo, quedándonos con el gofre de Lieja con chocolate y helado de vainilla a compartir por los 2, con la potra de las potras, puesto que es el postre favorito de Diana.
En definitiva, si queréis una experiencia única y comer en un sitio diferente de verdad, no lo dudéis, visitad el restaurante Olivier porque de verdad poquitos sitios en el mundo os encontrareis como este.
Para más información podeis visitar su página web: www.cafe-olivier.be