Made in Sevilla.

Qué es la vida sin una pizca de surrealismo, qué es el día a día si no hay algo atípico que rompa la rutina del despertar, comer, trabajar, descansar y volver a despertar, qué es el tiempo sin anécdotas originales y sorprendentes que contar…? Pues bien, parece que el destino quiso dar respuesta a estas preguntas, que el otro día hablaba con mis queridísimos, regalándonos 4 hechos insólitos en menos de 48 horas que serán difíciles de olvidar.

Viernes, 3.00am. Av. Coria (Triana)

Nos encontrábamos en la puerta de la casa de Juan Ramón y en medio del silencio de las solitarias calles del barrio de León, con todos los vecinos durmiendo y sin ni si quiera coches circulando por sus calles, un anciano de media estatura, clavadito a Rafael Alberti (con boina y todo) se acercó a nosotros a toda velocidad, con un movimiento de cadera al más puro estilo Fraga y al ritmo del flamenquito más lorailo que os podáis imaginar, gracias a una radio de bolsillo de los años 60 que llevaba en la mano, empezó a preguntarnos por una calle donde se supone que estaba su hijo. Lo retuve como pude el tiempo necesario para que esta gente contemplara semejante situación, porque de verdad merecía la pena.

Sábado, 6.00 am. Barrio León (Triana)

Vaya horitas, si. Diana decidió irse y nos quedamos los 3 de siempre, a excepción de Jorge, en el centro ABBA, charlando de nuestras cosas y cuando menos lo esperábamos. Un par de hombres de unos 50, a medio camino entre granjero busca esposa y gitanos rumanos de debajo del puente, bidón de 20 litros en mano, agobiados y muy apresurados, nos pidieron dinero para gasolina. A buenos les habían ido a pedir gasolina. No teníamos ni 1€ ya que nos lo habíamos gastado en dardos y tampoco estábamos dispuestos a caer en la típica estafa de me falta 1€ para gasolina (a quien le falta 1€ para gasolina????!!! qué se creen que es una cabina?). La cosa quedó ahí, momentáneamente, ya que ellos se fueron, nosotros nos quedamos ahí un ratillo más, pero al coger el coche ya camino de mi casa, nos paran en medio de la carretera, con los brazos en alto. Eran los mismos tipos pero esta vez para pedirme algo mucho más sorprendente. Agarraos. Resulta que querían que empujara su coche con el mío ya que el suyo no les arrancaba. Por los cojones. Es que les empujo su coche con mi coche, como si fueran coches locos. Le dije que ni mijita, que en todo caso me bajaba y les ayudaba a pulso. Pues bien, segunda estampa para inmortalizar, JR y yo, por toda la avenida de Coria, empujando con estos 2 personajes a las 6.20 de la mañana un Opel Vectra que no arrancaba ni a la de 3. Finalmente nos fuimos y dejamos a esos 2 personajillos con el coche atravesado en medio de la ronda de Triana, lugar en el que se pusieron a pedir unas pinzas para hacer un biberón al coche.

Domingo, 18.30. Calle San Eloy (Centro)

Vamos caminando en silencio y plácidamente, Diana, Jorge y yo por la calle San Eloy. A nuestra izquierda nos acompañaba una pareja que también caminaba en silencio, frente a nosotros un hombre de unos 65, alto y de chaqueta con movimiento de pelvis a medio camino entre Fraga y chiquito y, frente a él, otra pareja.

Solo se oían los pasos de los presentes y el roce típico de los chaquetones al andar y… ocurrió lo imprevisto. Un enooorrrme pedo con metralla, de estos que te dejan el calzoncillo/braga calentito, salió escopetado del trasero del señor de avanzada edad, descargando la mercancía frente a Jorge.

Domingo, 20.30. Plaza de la Alfalfa (Centro).

Camino de una tetería, nos detiene un hombre de unos 65, de mirada distraída, bien vestido, bastón en mano y enchaquetado y… si, en francés. Empieza a preguntarme en francés si lo hablo y comienza a preguntarme cosas. Me defiendo como puedo y del francés me pasa a un perfecto «Zevillanito», que yo no domino el francés. Acto seguido empieza a contarme su vida, sus quehaceres diarios y nos revela a modo secreto… que él sale a experimentar con la gente a la calle, que sabe  hablar 7 idiomas (inglés, francés, español, italiano, alemán, ruso y árabe) y que desde que se jubiló le encantaba poner a prueba a la gente. Sin mediar palabra empezó a hablarme en Alemán, del alemán salto al italiano y luego siguió con el ruso… El tío era de lo más raro, parecía que se había pegado la tarde enganchado al chinchón y encima no te podía mirar fijamente porque como digo tenía la mirada distraída. Francamente fue divertido conocer a alguien así.

La guindita del pastel.

Bueno, pues si aun así, todo esto os parece poco… os dejo un extracto de una conversación que grabaron Miguel Ángel y JR a un tipo que les paró en San Jacinto y empezó a contarles su vida. Limitaros a escuchar y no os preguntéis porque JR y Miguel Ángel en lugar de alejarse de tan alcoholizado personaje, deciden grabarle y quedarse aguantando el sermón de la montaña.

Disfrutadla.

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