Un día en el MotoGP de Jerez

Desde chico el runrún de los motores, las ruedas y los “acascos” como yo decía, siempre hemos estado dados de la mano. No se por qué pero siempre me llamaron la atención de manera extraordinaria. Mi abuelo y yo no parábamos de hacerle añadidos a mi cochecito negro de plástico. Una radio, luces eléctricas, maletero… y un sin fin de inventos que me hacían estar constantemente de arriba abajo. Luego llegaron las bicis y esa pasión inventiva por transformar e inventar con mis particulares medios de transporte evolucionó hasta hoy día, cuando ya tengo mi coche, algo de mecánica controlo y todo aquello relacionado con el motor me sigue alucinando como el primer día.

Era el tercer día de viaje por Cádiz y los compañeros de viaje de Turismo de Cádiz nos tenían preparado el plato fuerte de viaje. Nada más y nada menos que el Moto GP de Jerez.

Era mi primera vez en un evento de este tipo. Nunca había estado en ninguna carrera de absolutamente nada. Ni rallyes, ni motos, ni F1, ni si quiera en carreras ilegales. Tan solo en las carreras que montábamos mis amigos y yo de pequeños por el parque con esas bicis de 2 caballos con las que, vez si, vez también, normalmente acabábamos en el suelo o contra alguna palmera cuando intentábamos apurar alguna curva.

Todos con legañas de la noche anterior y con nuestras acreditaciones colgadas del cuello para el acceso a las salas VIP del MotoGP (encima íbamos del taco, que para ser la primera vez… no está mal) empezamos a meternos en el megabarullaco de motos del circuito de Jerez, a través de cientos de motos, más motos, otro poco  más de motos, moteros, banderas de motos, camisetas de motos, más motos, alguna que otra motillo y si, todavía más motos rodeadas de motos y el sonido de las motos. ¿He dicho ya motos?

Todo un revuelo alucinante que gira alrededor de la llamada meca del motociclismo y que aprovechando la ocasión de las carreras, miles de moteros de todo el mundo se dan cita aquí, en Jerez, para compartir su pasión por las 2 ruedas.

En la sala VIP de circuitos como este tienen un tinglao montado alucinante.

Un catering durante todas las carreras, un plasma donde seguir la carrera por si decides no moverte de la sala y frente a ti, la parrilla de salida, con una cristalera enorme por donde pasan todas las motos como auténticos cohetes.

Pero lo divertido está fuera.

El paddock del MotoGP.

El paseíto entre boxes, hospitality’s, mecánicos, pilotos…

…y las mega fotografiadas «Paddock girls»

Casi hora y pico curioseando por el paddock, colándome hasta la cocina en algunos casos…

Y buscando a Arguiñano, al que no pude encontrar, pero en su defecto pillé al mismísimo Fosquitos!

La hora de comer llegaba y con ella las motos gordas, la carrera del MotoGP, momento en el que pedimos una pegatinita para subir a la terraza central del circuito. Sin duda alguna es el mejor sitio para ver las carreras en el gran premio de Jerez.

Desde allí arriba, se siente la vibración de los motores de una forma bestial. Nos vibró hasta el último pelo del cogote con la salida de las motos y las primeras curvas de estos misiles.

Os aseguro que el sonido de estos torpedos no deja indiferente a nadie.

Según me dijeron, casi todos los pilotos están operados de una dolencia en los antebrazos debido a los tirones de estos bichos.

Después la borrachera de curvas y del sonido ensordecedor que allí arriba había, bajamos a pegar un picoteo rápido en la sala VIP

… para minutos después, hacer una de las cosas más divertidas del día.

Recorrer en furgoneta las últimas vueltas de la carrera MotoGP a escasos metros del asfalto, paralelos a él y viendo pasar a las motos, en carrera, como misiles…!

Una pasada ver pasar las motos a esa velocidad ya tan solo unos metros de la furgoneta en la que íbamos!

Experiencias inolvidables las que viví recorriendo un gran premio que terminó sin que me enterara de quién quedó primero, quién segundo y quién tercero! Y es que, en mi opinión, a estos sitios se va a alucinar con lo que no te trasmiten por la tele, el ambiente y todo lo que rodea a este mundillo que mi personalmente me hizo vivir experiencias que removieron ese gusanillo que desde chico siempre he tenido por el motor y que para todo aficionado a la potencia, sabe de lo que le hablo.