Sonrisas al sol de Tel Aviv

Acababa de llegar a Israel y Tel Aviv era mi primera toma de conexión con el país. Aún se me hacía raro eso de decir… “estoy en oriente próximo”. No esperaba una ciudad tan europea, moderna y de espíritu tan joven. De hecho, podría decir que si no fuera por los letreros en hebreo y algún que otro ortodoxo que intermitentemente ves pasear por sus aceras, podrías decir que estás paseando por cualquier ciudad costera de Francia, España o Italia.

No es Europa, tampoco África, pero… tampoco me parece Asia! Uno relaciona cada continente con un “estereotipo” que trae de casa pero al llegar allí y sentir el ambiente de la capital de un país supuestamente asiático, uno siente confusión y la eterna duda a qué continente pertenece Israel realmente. Geográficamente es asiática pero la reunificación en Israel de judíos de más de 70 países del mundo lo convierte en un país que refleja una expresión cultural tan variada como las gentes que en él habitan.

Durante siglos Israel ha sido tierra de paso. Nexo de unión de culturas. Puente de comerciantes entre Asia, Europa y África. Un país que la historia ha querido que tuviera una serie de padrinos forzosos que a día de hoy vemos representado en una exótica mezcla de culturas que pasea por las calles de una ciudad en la que juegas a buscar el origen de unas miradas y sonrisas de bisabuelos inciertos.

Sonrisas al sol de Tel Aviv. No se me ocurría mejor título para uno de los mejores paseos que di por el paseo marítimo de la ciudad mientras me cruzaba con las sonrisas de sus gentes bajo un sol espectacular que disfrutamos caminando desde la milenaria Jaffa, una de las ciudades más antiguas del mundo y ahora barrio de Tel Aviv, hasta los jardines de Charles Glore Garden, junto a un Mediterráneo con una brisa que no entiende de culturas y nos hace sonreír a todos por igual haciéndonos sentir como en casa.

Después de ver este reportaje, lanzo la pregunta, ¿sabrías decir los orígenes de cada una de las personas que aparecen en este artículo?