Crónica muy épica sufriendo el sol de medianoche en Islandia

Cada vez que Manolito y yo hacemos un viaje juntos, digamos que el ritmo del viaje es… “intenso”. Y me refiero como intenso a que si hay ganas de hacer algo, dan igual la hora y distancias hacemos lo que sea sí o sí. Pero en Islandia… esto nos pasó factura. El maldito sol de medianoche con días con 24 horas de luz generó un cortocircuito en nuestras enfermas mentes como no podéis imaginar. Cuando hay luz durante todo el día no miras al reloj y esto hizo que se nos fuera la pelota constantemente pudiendo estar haciendo cosas hasta las tantas sin darnos cuenta. Y diréis: “mejor, ¿no?”. Sí… por un lado está bien pero no tanto cuando llegas a los alojamientos para hacer check-in a altísimas horas de la noche donde día sí, día también, los recepcionistas pensaban que estábamos majaras de la cabeza. Y justamente esto nos pasó el día del que quiero hablaros en este post…

La 1 de la mañana y todavía con luz en la carretera debido al sol de verano de Islandia

Era nuestro primer día en Islandia e imaginaos… pilas a tope, luz 24 horas, más la ilusión por querer ver y hacer de todo… ¿qué da como resultado?, pues que aprovechando el maravilloso sol de media noche de Islandia, a eso de las 12 de la noche, estuviéramos viendo los Geyseres a tomar por c*lo de todo sin importarnos un pimiento la hora que era ni dónde estábamos. Felices y contentos, terminamos de ver los geyseres, nos metimos en el coche y con más frio que en el cumpleaños de Pingu metimos en el GPS la dirección del Camping de Hella, lugar donde, teóricamente, una preciosa y cálida cabaña de madera nos esperaría para la que sería la segunda noche de nuestro viaje por Islandia.

Geyser de Islandia al atardecer

Una vez metida la coordenada, dejamos que nuestro querido GPS Garmin calculase la ruta y… ¡zasca!. Hora estimada de llegada: 2:00am. “Ole, ole y ole, ¡con dos cojones!” :-D. Fijáos que luz. Como véis no es ninguna exageración la cantidad de horas de luz en Verano de Islandia. Es como un gigantesco atardecer pero a la 1 de la mañana.

Carreteras de Islandia bajo la luz del sol de medianoche

Una enorme carcajada entre nervios y preocupación resonó en nuestro maravilloso 4×4 de alquiler. A prisa, pusimos rumbo a Hella y una vez allí, los peores presagios se confirmaron. El camping, estaba cerrado, y nosotros, por consiguiente, en la calle 😀 Habíamos forzado más de lo normal 😀

Recepción del camping de Hella bajo el sol de medianoche

¿Y ahora qué? Nos preguntamos entre risas nerviosas. Como opciones teníamos:

  • Dormir en el coche, pero francamente…. entre el frio, la luz y lo que nos esperába al día siguiente… sería acabar destruidos.
  • Montar las tiendas de campaña, que tampoco nos motivaba ya que sólo montando y desmontando íbamos a perder media noche.

De modo que tras sopesar y barajar opciones, miramos al cielo, rezamos a Dios, y este, con un rayo de luz y esperanza, nos iluminó la puerta de la recepción del camping como queriendo decirnos algo. Ahora sabréis el qué.

Lo lógico es que la puerta de recepción estuviese cerrada dado que no había nadie en su interior pero… no. Lo creáis o no, la puerta de la recepción estaba abierta y lo que es más increíble, la calefacción también. Pero ahí no acaba la cosa. Aquella noche la suerte quiso estar de nuestra parte todavía más y por increíble que os parezca, pese a que eran las 2:00am, al llegar, unos turistas rezagados aún seguían en la cocina del camping, y nosotros, como ratas hambrientas, aprovechamos para meternos y hacernos de cenar con los víveres que traíamos del Mercadona.

Cenando a las 2 de la mañana fabada y cocido de Hacendado

Menudo buffet preparamos en 10 minutos. Con más hambre que Falete de dieta empezamos a comida de nuestras maletas patrocinadas por Carrefour y Hacendado y en menos que canta un gallo empezamos a trincarnos lo más grande. De verdad que no podíamos creerlo. Estábamos cenando caliente, con calefacción y sentados en sillas frente a una mesa con cocido madrileño, fabada asturiana y una fideua. De coña. Menudas risas Dios mio.

Cenando cocido en Islandia bajo el sol de media noche

Entre la cena y la sobremesa nos dieron las 3 de la mañana y por acojonante que os parezca, pese a que era la hora que era, la luz que había en el exterior aún seguía a tope como si fueran las 8 de la tarde. En ese momento entendimos lo que es el sol de medianoche y también que acostumbrarnos a él nos iba a costar lo suyo.

Acampada forzosa entre los folletos de la recepción

Tras abandonar la cocina-comedor, recogimos aquello un poco y tiramos para la recepción del camping donde como auténticos “sin techo” la colonizaríamos sin ningún tipo de miramientos.

Tirados entre sacos de dormir bajo el sol de medianoche

Entre cientos de folletos, utilizando las repisas del camping como mesitas de noche, alargaderas tiradas por el suelo repletas de baterías, esterillas y sacos de dormir, 4 tios más grandes que un castillo con antifaces y ronquidos de 120 decibelios pasarían la noche ante la mirada de los curiosos que decidieran pasar por la recepción aquella fría noche de Junio.

Estuvimos casi media hora sin parar de reir imaginando la cara que pondría el dueño del camping al llegar y vernos ahí dentro. Sobre todo teniendo en cuenta cómo era el antifaz de Javi y la cara de Manolito cuando se pone a roncar como un auténtico animal 😀 Atención sobre todo a Javi que parece un egipcio a punto de ser embalsamado.

Con antifaces para evitar la luz del sol de medianoche de Islandia

La noche pasó rápido y a la mañana siguiente, el ruido de la puerta nos despertó. Era el dueño del camping. A priori nos hicimos los dormidos pero por fortuna, el dueño del camping resultó ser un islandés muy relajado. Yo esperaba que nos hubiera echado un rapapolvo de cuidado por el numerito que teníamos allí armado pero el tío llegó, nos vio y le importó un pito que estuviéramos ahí como auténticos indigentes. No dijo ni mu. ¿Tal vez no éramos los primeros? 😀 (la foto es justo después de ese momento).

Recién levantados en la recepción del camping de Hella

A prisa desmontamos el chiringuito que teníamos allí montado y fuimos a darle algunas explicaciones y disculpas por el follón armado. Como pudimos nos explicamos alegando ciertos problemas con el sol de medianoche y los horarios así como que intentamos comunicarnos con ellos telefónicamente pero nos había sido imposible. Tanto por nuestra parte como por la suya hubo un cruce de disculpas y el tipo decidió no cobrarnos nada por la noche. Menos mal. Una vez más, la suerte se apiadó de nosotros convirtiendo en gloriosa la épica de la historia de una noche de mil risas, “cama” gratis y una cena caliente que los 4 que allí dormimos jamás olvidaremos.