Durante mucho tiempo he intentado sacar conclusiones sobre el por qué nos gusta viajar. A priori la respuesta puede parecer obvia y simple: «Es divertido. Punto«. Y sí, si nos quedamos con lo superficial, esta cuestión podría cerrarse de inmediato aquí, pero tras pensarlo durante mucho tiempo, observar y escuchar… sinceramente, creo que hay algo más.
Personalmente, cuando viajo, es como si entrase en una dimensión del tiempo distinta. El tiempo parece volar, los problemas parecen no poder anclarse en uno mismo ya que el ritmo del viaje es imparable y no lo puedes detener, y por otro lado, día tras día, cuando viajas, sufres una sobre estimulación provocada por aquello que te rodea que es como una droga súper adictiva. A mi me pasa cada día que viajo. Una mezcla de sensaciones me invade poco a poco cuando voy a probar algo distinto, cuando voy a vivir una experiencia nueva o simplemente cuando se que estoy a la vuelta de la esquina de «ese lugar» que durante tantos años he deseado visitar y que de pronto, de tenerlo a miles de kilómetros, he pasado a tenerlo a tan solo unos metros. Aún no lo ves pero sabes que está ahí. Ese gusanillo que te recorre por dentro en forma de sonrisa nerviosa es como una droga. Ese lugar ya lo sientes. Todavía no has llegado a él pero ya escuchas el murmullo de la gente llegando. Ellos ya lo han visto, les oyes gritar y exclamar cosas pero tú aún no has visto nada y te apuras, empiezas a imaginar cómo será, se te pasan 30.000 cosas por la cabeza, una risilla te sale casi sin querer, aceleras el paso y de pronto… ¡pum! Ahí está 🙂
Algo así sientes cada día cuando estas fuera de tu entorno y tal vez por eso responde al por qué a la gente le gusta tanto viajar. Cuando preguntas qué harías si tuvieras todo el tiempo del mundo la respuesta es siempre la misma: viajar. Porque es uno de esos momentos de la vida donde la vida te obligar a pensar y vivir sólo en el presente. No hay pasado, no hay futuro. Vives el instante con todas tus fuerzas porque el contexto te absorbe y como muchos de vosotros ya sabéis, eso, a día de hoy, aunque nos esforcemos, es muy, muy complicado de llegar a hacer. Aunque sea sólo por unos segundos. Aunque sea sólo atravesando el Siq 🙂
Miguel Egido, Cañón del Siq, Jordania. Agosto de 2016
NOTA: Hay científicos que aseguran 100% que existe el “gen viajero” llamado DRD4-7R. Gente que no puede quedarse quieta en el mismo lugar sólo por el mero hecho de descubrir nuevos lugares y experiencias. El DRD4-7R, también conocido como “gen Wanderlust” se asocia con los niveles de dopamina, un neurotransmisor que tenemos en el cerebro que hace que tengamos mayor interés por lo desconocido. Esto sólo le pasa a un 20% de la población y quienes se ven “infectados” por este gen da igual el presupuesto, tiempo o distancia que siempre querrán viajar.
Y a ti, ¿por qué te gusta viajar?