Lisboa. Un diamante en bruto

Literalmente sin deshacer la maleta de nuestro viaje por Francia pero todavía con ganas de viajes, llegamos a Sevilla para emprender rumbo en coche hacia Lisboa, capital de Portugal y tal como dice el título de este post, un diamante en bruto que en el momento en que se le de forma no tendrá nada que envidiar a ninguna de las principales capitales Europeas.

Lisboa tiene aproximadamente 500.000 habitantes y constituye nada más y nada menos que el 27% de la población total de Portugal, una pasada. A nuestra llegada atravesamos el larguísimo puente de Vasco da Gama que atraviesa la gigantesca desembocadura del río Tajo y que con sus 17’2 kilómetros es el más largo de Europa.

Comiendo en Lisboa

La comida es bastante variada y de calidad, por lo general con el acentito del cilantro, que suele estar presente en casi todas las comidas y sobre todo sus pescados o peixes, como ellos dicen. Entre los platos típicos que no debéis dejar de probar si vais a Portugal os listo los siguientes:

  • Cataplana de marisco o pescado. Es lo que nosotros llamaríamos un arroz caldoso y lo puedes pedir con marisco o sólo de pescado. Viene servida en un recipiente para 2 personas y tú mismo te vas sirviendo, pero yo, que tengo que alimentar la máquina como mandan los cánones, me zampé una cazuelita para 2 personas más parte de la cazuela de mi madre y mi hermana ante el asombro del camarero y parte de la que pidió mi madre y hermana, pero os aseguro que para 2 personas está perfecto y sobre todo, exquisito.
  • Espetadas de marisco
  • Bacalhau. El bacalao es el rey de la comida portuguesa, con patatita fina esta que quita el hipo.
  • Sepia, calamares, pulpo…

Como anécdota gastronómica a destacar no puedo pasar por alto lo que nos ocurrió durante uno de los primeros días en la ciudad en el que pedimos pez espada y nos sirvieron al sobrino gordito del pez espada que se había dejado la espada en casa. Ante nuestra perplejidad llamamos al camarero, nos verían cara de lelos dada su respuesta: “En portuguesh, cuando uno pide peixe eshpada, quiere desirrrr linguadooo y cuando en portugueshh dise linguado eu te sirvo peixe espadaa”. Cuidadito que te venden gato por liebre y en nuestro caso, nos metieron la bacalá y nunca mejor dicho, porque juraría que eso era bacalao, pero bueno, por 5€ que costó… Ya nos hablaron de los famosos «false friends» del portugués pero entre la anécdota del «linguado» y el cartelito que nos encontramos 2 manzanas más abajo del hotel…

… la pregunta es, ¿deberíamos preguntarnos la procedencia de ese pelo incomodo? Mejor no.

Pasando por alto estos pequeños percances lingüísticos, lo que si teníamos claro, fuera en portuguesh o español es que, nosotros, fieles a nuestras costumbres…  practicaríamos nuestro particular Picnic-Hotel más de una noche, bien por ahorrarnos unas pelillas o sencillamente, por querer parar un poquito en el hotel y descansar para seguir al 100% al día siguiente.

Las traducciones al español y restauraciones de la ciudad

Los portugueses son algo siesos pero serviciales, son gente amable pero que en ocasiones parece que te estén perdonando la vida por hacerles compras en sus negocios y tienen una extraña alergia a la traducción de sus menús, itinerarios, etc al español, cosa curiosa cuando más del 70% de los visitantes de la ciudad son españoles. Todo está traducido al alemán, italiano, francés y si me apuras, yugoslavo, pero al Español, como diría uno de mi barrio: “ni mijita”. Curioso. Aún así no hay que preocuparse puesto que raro es el que no habla español o lo chapurrea.

Casas señoriales desconchadas, gigantescas fachadas blancas que ahora son negras por el salitre de la costa y hermosos ventanales de color son la cara triste de la moneda que emborrona una extraordinaria ciudad cual diamante en bruto castigado por el tiempo y el famoso e hipernombrado terremoto de Lisboa.  Eso si, se nota que la ciudad poco a poco va dejando paso, gracias a la restauración que la ciudad está recibiendo, a fantásticas fachadas blancas, hermosos ventanales y contrastes de color gracias a sus multicolores fachadas que junto con el naranja de sus tejados dejan el mar al fondo convirtiendo la ciudad en un lugar especial lleno de rincones encantadores.

Para conocer bien Lisboa, visitarla y explorarla, lo mejor es conocer sus barrios y dividir el viaje poquito a poco visitando e impregnándote de cada uno de ellos:

Barrio Alto

Casi sin querer, en busca del jardín botánico de la ciudad, en el que se supone que encontraríamos un centenar de especies naturales y un fantástico mariposario, empleamos casi toda la mañana en recorrer todo el barrio alto por sus decenas de calles laberínticas que convierten a este es uno de los más representativos de la ciudad.

Después de una gigantesca caminata y de empaparnos de la Lisboa más castiza, llegamos al dichoso jardín botánico en el que nos clavaron 3€ y ahora os cuento porqué. Contentos y felices empezamos a ver plantas por los suelos, maceteros rotos, árboles enganchados en otros árboles y… un mariposario que más que un mariposario era el Eurodisney de las polillas. Vaya decepción. Tanto pateo para meternos en una selva descuidada. Poco me faltó para pedir los 3€ de la entrada, pero bueno, al menos el dichoso jardín botánico convirtió la mañana en una gymkhana que nos hizo recorrer todo el barrio alto en busca este y su “polillasario”. Espero que lo solucionen pronto, más adelante, ya veremos, pero a día de hoy… eso es lo que hay (2011).

La Baixa y el Chiado

Una de las características más singulares para todo visitante de Lisboa es su accidentado relieve. La ciudad se podría decir que es un “sube y baja” de cuestas para un sitio y bajaditas para otro, convirtiendo el recorrido, de punto a punto de la ciudad, en una prueba para los gemelos, que tras unas horillas de caminata se te acaban poniendo como un cuerno. Tal vez sea por esta la razón de la existencia de los famosos tranvías que no es que sean gratuitos, pero desde luego, a mi me costó encontrar el modo de pago de estos puesto que, ni los propios portugueses, se aclaraban cuando les preguntabas: “billetinho por favor, eu quero mi billetinho”.

Su avenida principal, Rua Augusta, con sus tranvías, terracitas y restaurantes, la plaza Do Comerço y el famoso “Elevador de Santa Justa” representan a este barrio que tampoco podéis perderos. Aconsejo su visita a la caída de la tarde y dejar como plato fuerte la visita al elevador aprovechando los últimos rayitos del día. ¿Por qué? Ahora lo sabréis.

Si sois observadores, el Elevador de Santa Justa os recordará a la mismísima torre Eiffel y es que este, al igual que ocurrió con el puente de Triana en Sevilla, este, fue construido por aprendices del mismismo Eiffel y es usado a diario por lisboetas y turistas que a cambio de un módico precio te suben a lo más alto del barrio pudiendo contemplar estupendas vistas de la ciudad a la vez que te sirve de pasarela que te ahorra un pateo de competi.

Como os comentaba antes, la razón de dejar el elevador para última hora es por aprovechar el atardecer. Los tonos anaranjados que sobre los tejados forma el sol, nos dejaron bellos recuerdos para la colección que difícilmente borraremos. Visitar este símbolo de la ciudad a esa hora, es todo un acierto que si encima completas con una cena por alguna de las terracitas cercanas a este… mejor que mejor!

Barrio de Alfama

De origen árabe y con ambiente multicolor por sus variopintas fachadas esta representado, junto con el mirador de Santa Lucía, por otro de los símbolos que conforman el perfil de la ciudad: El castillo de San Jorge.

También conocido como el Castelo dos Mouros, imagino que evidentemente por el origen árabe del barrio, esta compuesto por una larga y transitable muralla de almenitas al más puro estilo castillo de Herodes, un foso y numerosas garitas de defensa que se elevan en el punto más alto de la ciudad de Lisboa y que convierten las vistas sobre el estuario del Tajo en un regalo para la retina del visitante.

Barrio da Estrela

Este barrio lleva el nombre de la basílica que se encuentra en él y esta situado sobre otra de las colinas de la ciudad.

La basílica es imponente, se puede subir a su cúpula y nuevamente disfrutar de espectaculares vistas, esta vez del puente Vasco da Gama y el Cristo Rey que se encuentra al otro lado del río y que representa una copia exacta de su gemelo brasileño en Río de Janeiro.

Barrio de São Bento

Este barrio acogió en su mayoría a las primeras comunidades negras y en él podemos encontrar al parlamento portugués.

Hablando del parlamento, aprovecho la ocasión para meter una cuñita política. Casualmente, coincidiendo con nuestra visita a la ciudad, el país estaba en campaña y por la carretera, calles y televisión podrías ver numerosos carteles con los candidatos de los principales partidos políticos. Nos quejamos de que ZP y Rajoy no son demasiado agraciados pero echadle un ojo a los portugueses… ¿se habrán escapado de un museo de cera?

Barrio de Belem

Este barrio es un topicazo lisboeta y en su día era una villa anexa a la cuidad, pero con el crecimiento de los años acabó uniéndose a ella convirtiéndose en un barrio, algo retirado, pero que conecta estupendamente con la plaza del comercio con un estupendo tranvía. A nosotros cómo no, nos salió gratis y en su interior tuvimos la mala pata de toparnos con 2 alemanas que habían olvidado el desodorante en Berlín y que prácticamente nos obligaron a saltar del vagón en marcha para evitar una embolia por el olor. Era insoportable. Qué horror.

De este barrio salio Vasco da Gama en su viaje a las indias y a raíz de esto se construyó el Monasterio de los Jerónimos y la famosa torre de Belem. Ambos son patrimonio de la UNESCO.

Después de visitar el monasterio, subir a la torre y de contemplar el Tajo, os invito a que os deis un paseo por el museo de carruajes y probéis los famosos dulces en la Fábrica dos Pasteis de Belém.

Tiene un sonido especial

Lisboa supuso para nosotros una sorpresa. Una ciudad para todos los gustos, muy variada, donde se come bien, posee decenas de rincones, monumentos únicos e impresionantes miradores sobre el Tajo y la ciudad que a cualquier hora os encantarán. Todo sin olvidar, que a escasos kilómetros de ella, podréis completar el viaje visitando Cascais, Estoril, el Cabo Da Roca, Sintra, su hermoso palacio Da pena y por supuesto, La Quinta da Piedade, lugar misterioso y único en el mundo donde los haya.