Descubriendo Karlovy Vary bajo la nieve

Karlovy Vary quiere decir balneario de Carlos y según cuenta la leyenda estos baños fueron descubiertos por el rey Carlos IV un día de caza cuando venia a los bosques de la zona a cazar. Cuentan que persiguiendo a un ciervo, este cayó desde una roca, los perros fueron en su busca y fue el propio Carlos quién vio a su presa junto a las aguas termales, calientes y con propiedades medicinales. Desde ese momento se fundó la ciudad y poco a poco empieza a desarrollarse la vida del balneario. La gente empieza a venir a curarse problemas del sistema digestivo, desordenes de metabolismo y obesidad. Hasta tal punto es curativo que la seguridad social checa cubre unos días en el balneario a personas con problemas de este tipo.

Después de nuestro particular “terrorifico despertar” de nuestra segunda noche en Praga y en compañía de unos señores muy silenciosos, bajamos a desayunar e inmediatamente y en medio de una espectacular nevada iniciamos nuestra salida hacia Karlovy Vary a medida que veíamos como enormes copazos de nieve cubrían poco a poco coches, carreteras, casas y cualquier bicho viviente que anduviera a la intemperie.

Desde Karlovy Vary a Praga hay aproximadamente 2 horas pero teniendo en cuenta que íbamos en autobús y que el tiempo no acompañaba demasiado, la cosa se alargó a 2 horas y media que ni mucho menos estuvieron aburridas. No todos los días se ve un espectáculo helado de ese calibre y nuestra guía checa, nos lo amenizó bastante bien contándonos la historia de Checoslovaquia y curiosidades sobre la cerveza, la moneda checa, con la que algunos creen que no quieren abandonar porque piensan que podrá ser utilizada en medio mundo al igual que el dólar y la pronunciación de determinados sonidos en checo, momento en el que nuestra guía nos deleitó con un cachondo trabalenguas “tipical chequis“.

Después de atravesar un espectacular bosque nevado, nuestra primera parada fue frente al cinematrográfico balneario Lazne que en la pelicula Casino Royale se convirtió en la entrada del popular casino en la película y que junto al resto de la ciudad pasaron a protagonizar numerosas escenas de la película a bordo del Aston Martin del agente 007.

Poco a poco fuimos adentrándonos por la ciudad a través de preciosos bosques nevados y ante la mirada de pequeños animalillos que sin guantes ni botas campan a sus anchas entre el hielo y la nieve.

Poco a poco fuimos dejando los bosques para internarnos en la ciudad a través de Vlahos Vaggelis, una larga calle que bordea el rio Eger y desde la que pudimos ver las populares fachadas de colores de la ciudad, que en primavera contrastan con el verde de la montaña y en invierno, con los mantos blancos de la nieve acumulada en las ramas de los árboles.

A lo largo de nuestro colorido paseo de fachadas por la larga Vlahos Vaggelis, pudimos ir parando en pequeñas tiendas artesana donde pudimos ver y comprar algunos artículos propios de la ciudad: Cristal de bohemia (región en la que nos encontrábamos); el famoso licor Becherovka, que se fabrica en la ciudad a base de 32 hierbas; Rosas petrificadas con las sales del agua termal; Galletas, al más puro estilo oblea de semana santa pero dulces, muy dulces; sales minerales de baño de todos los colores y porcelana, tanto en tonos rosados como en azul y blanco, por el que nosotros optamos en forma de la jarrita que se utiliza en las fuentes de KarlovyVary. En Karlovy Vary hay 60 fuentes, 12 de las cuales se usan para curar y tienen temperaturas entre 38ºC y 63ºC.

Esas aguas, emanan de la tierra a altas temperaturas y en uno de los casos en forma de geiser de 14 metros de altura en un edificio acristalado donde pudimos contemplar tal espectáculo de la naturaleza y beber las famosas y asquerosas aguas termales.

En la edad media se pasaban horas y horas en los baños y bebían litros y litros. No puedo entender como podían soportar ese sabor tan horrible. Imagino que será cuestión de acostumbrarse pero por muchas sales y sustancias beneficiosas para el organismo que estas aguas tengan, el sabor de este agua para que os hagáis una idea es como beber agua salada con sabor a oxido y por supuesto calentita, muy calentita. ¿Bonito consomé no? Tal vez lo ponga esta Navidad en casa…

Mas tarde, allá en el siglo XIX, se añadió a este tipo de prácticas el ejercicio físico como complemento medicinal. En Karlovy Vary puedes encontrar numerosas pistas de tenis, gimnasios y una red de senderos señalizados para practicar el senderismo y con distintos grados de dificultad para los gorditos y no tan gorditos con problemas intestinales.

De pronto y entre casitas nevadas, hicimos un forzoso alto en el camino ya que frente a nosotros, una enorme iglesia con 4 cúpulas doradas y piedras azules construidas sobre enormes fachadas de piedra blanca nos dejo patidifusos. Se trataba de la iglesia de San Pablo y San Pedro, una iglesia ortodoxa construida por los rusos para atraer turismo a la zona y que se convirtió en uno de los mayores centros ortodoxos del mundo.

Después del alto en el camino continuamos nuestra ruta hasta el restaurante Malé Versailles, un coqueto y calentito restaurante a los pies de un estanque helado y rodeado de bosques que nos dejaron bastante impresionados.

La comida no estuvo mal, de entrantes sopa de brócoli, a continuación, como no, un rico guiso de carne (en centroeuropa el pescado ni lo huelen) y de postre, tarta de frutas y todo esto como no, acompañado de la famosa jarra Budweiser.

Los checos pueden presumir de tener una de las mejores cervezas del mundo y encima baratas, ya que por 1’5€ te plantan más de medio litro en menos que canta un gallo. En la república checa practican el arte de cocinar cerveza en enormes ollas. Según nos dijeron en unos checos, para ellos nuestra Cruzcampo es agua en comparación con la suya, motivo por el cual (entre otras cosas), podemos explicarnos las tremendas cogorzas que se cogen cuando vienen a España prácticamente sin darse cuenta.

Nuestra simpática guía nos contó la historia de la cerveza Budweiser, adjetivo aleman relativo a la ciudad de Budweis que a su vez es el nombre aleman de la ciudad checa Budějovice. Como os digo la popular marca es checa pero unos americanos bastante espabilados abrieron una marca de cerveza bajo el mismo nombre en los EE.UU, motivo por el cual se montó un follón en busca de los derechos de la marca Budweiser que finalmente terminó por no aclararse y da razón al hecho de que hoy día en el mercado convivan varias Budweiser siendo la marca Budweiser Budvar la autentica Budweiser checa. Curioso.

Con la barriga llena, algo más calentitos y de nuevo con las botas secas, iniamos nuestro regreso a Praga con el recuerdo de una ciudad popular por sus aguas termales y que nosotros descubrimos en su versión más fria, más blanca y más helada tal como se me puede ver bajo esta enorme “seta nevada”.

¿Os venis al teatro negro de Praga? Descubre como lo pasamos en él cuando terminamos nuestra visita a Karlovy Vary.