Era el gran día. Era el día de poner cara a esas imágenes que tantas y tantas veces hemos visto en TV cuando pequeñitos. Jamás olvidaré esas mañanas de verano, tirado en el sofá de casa viendo Heidi con una rebanada de nocilla y un vaso de leche.
Me cuesta mucho trabajo describir la sensación que sentía de pequeño al ver a esa chiquilla correr junto a su amigo Pedro entre praderas, junto a sus cabrillas, las montañas y esas mágicas siestas junto al señor de las cumbres, mirándoles mientras las montañas parecían arder al pegar el sol sobre ellas.
Para mi, ver Heidi significaba soñar con visitar esos lugares algún día y ese día, era hoy, ese día, sabía que sería grande para mi, desde mi habitación de Zurich, donde amanecía un nuevo día, cargado de niebla y expectativas.
Rumbo a Maienfeld
Con las retinas todavía a reventar de los valles de Grindelwald e Interlaken, con casitas de juguete sobre perfectas praderas verdes y decoración de escaparate, nos trasladamos al norte de Suiza, abandonando el paraíso del Jungfrau y sus más de 4000 metros, para dirigirnos hacia el norte de Suiza atravesando infinitos túneles bajo montañas hacia una zona en la que las escarpadas montañas tornarían a colinas y las granjas y caserones de madera pasarían a industrializarse un poco más. Aún así, el encanto suizo está presente vayas donde vayas. Ellos son así.
Con las pilas cargadas y con muchas, muchas ganas de transformar los famosos dibujitos japoneses que de chico nos enseñaron a apreciar la montaña, partimos rumbo a Maienfeld.
Todos sabemos que en la serie, Heidi vivía con el abuelito en la casa de los abetos, donde la pequeña se echaba en su cama de heno mirando las estrellas y cada mañana desayunaba queso que el abuelo hacía con la leche de las cabras. Más abajo vivía la abuela, camino de Dörfli, pueblecito al que bajaban en Invierno para resguardarse de las nevadas que tapaban la casa y donde Heidi iba a la escuela. Ahora bien, ¿qué pinta Maienfeld? Pues Maienfeld es el pueblo, un poco más grande, en el que según la serie, los habitantes de Dörfli bajaban a por provisiones en carro de caballos y desde donde Heidi sale en tren a Frankfurt. ¿La realidad? Pues que Dörfli, como tal, existe, pero para nada está junto a Maienfeld sino al otro lado del país (en la quinta puñeta).
Maienfeld, en la realidad, es el Dörfli de la serie, con su campanario y lugar en el que encontraremos Heididorf, la casa de Invierno de Heidi.
Estos datos que os doy son fundamentales ya que nosotros, al llegar allí, dimos más vueltas que un burro en un garaje buscando Dörfli. Menos mal que no eché cuenta del GPS porque de lo contrario habríamos acabado al otro lado del país.
Maienfeld gira entorno a Heidi. Es una pasada la que lió Juana Spyri con la serie de la pequeña. Era un alucine la cantidad de tiendas que íbamos viendo de un lado a otro con imágenes de la serie etc… y finalmente, tras casi 20 minutos dando vueltas de un lado a otro buscando como ir a Heididorf, por fin, damos con un pequeño pobladito, algo retirado de Maienfeld, donde según las indicaciones encontraríamos la casa de Heidi.
Según llegamos, dejamos el coche en el punto que marco en el mapa de arriba con una «P» de parking y fuimos caminando siguiendo unas señales de como llegar a Heididorf a través de un caminillo de tierra que zigzagueba entre árboles.
Curiosamente, este caminillo nos llevó hasta a un grupo de unos 20-30 japoneses que también se dirigían hacia la casita de Heidi. Hasta aquí todo bien pero… ¿cuántas oportunidades iba a tener en mi vida de estar en mitad de un grupo de japoneses camino de la casita de Heidi con la BSO de Heidi en el móvil? Pocas, ¿verdad? De modo que dicho y hecho, le di volumen al móvil, lo guarde en el bolsillo y como Pedro y Heidi por las praderas, empezamos a correr dando brinquitos al ritmo de la banda sonora de la serie en japones entre aplausos y risas de los ojipláticos nipones que pensaban que Heidi no había llegado a Europa!
¡Cómo nos reímos!
Heididorf, la casa de invierno de Heidi
Como todo negocio, pagamos religiosamente nuestra entrada y siguiendo las indicaciones nos adentramos en la supuesta casita de Heidi.
La decoración supercuidada, 100% en madera y donde todo, absolutamente todo era tocable.
La casa de Heidi es uno de esos sitios “Prohibido no tocar”.
Fue divertido pasear por las habitaciones de la casa de Heidi, cuchichear en los armarios y reirnos imitando a los personajes.
Como veis, la casita muy chula, pero aún así, interiormente me sentí un poco decepcionado ya que lo que yo esperaba era la casa de Heidi de verdad, la de toda la vida junto a los abetos, las enormes praderas y los cielos estrellados.
Salimos de allí con la sensación de haber visto un lugar muy divertido pero con esa ligera decepción que antes comentaba… Una vez fuera, salimos por la puerta de la casa de Heidi y dado el afán consumista y “compralotodo” de mi hermana, nos pasamos por la tienda de souvenirs de Heidi.
Allí había de todo… peluches de copito de nieve, libros, muñequitos de todos los tamaños de Heidi y cualquier cachibache que os podáis imaginar con la cara de Heidi, Pedro, el abuelo, Niebla el perro, etc… Pero, hojeando las postales, algo que suelo hacer casi siempre buscando lugares que visitar… voila! Encontré una fotografía de la casita de la serie, la de las praderas verdes, ¡la de toda la vida! Sin pensarlo pregunté a la dependienta el modo de encontrarla y cómo podríamos ir a esa casita. La señora, súper amable, nos dio las indicaciones necesarias de cómo ir a la casa de Heidi en la montaña. 2 horas cuesta arriba desde Heidihof nos separarían de la casita comercial de Heidi a la verdadera, la de toda la vida!
Después de debatir seriamente si pegarnos el pequeño pateo de 2 horas hasta la casita de Heidi… logre convencer al equipo y empezamos a caminar!
Por momentos parecía que te sumergías en la vegetación a través de túneles frondosos
Descubrías espectaculares paisajes de postal…
Praderas verdes como las de la serie por todos lados…
Increíbles valles por los que la luz hacía de las suyas formando formas alucinantes.
Regalitos que el camino nos daba, como estas diminutas fresas silvestres que no era raro encontrar
Y algún que otro bichillo que por el camino quiso saludarnos!
El camino una auténtica gozada. Imaginad estos senderos bajo el único sonido del viento con los enormes árboles que nos rodeaban.
Fue chulísimo imaginar a la pequeña Heidi subir desde Dörfli (o el Maienfeld de la realidad) hacia la casita en las praderas. Eso sí, los gemelos los tendría del tamaño de una sandía!
Lo más divertido del camino hacia la casita en las praderas es que no es sólo un sendero que sube y ya está. A medida que avanzas vas encontrando como unos cartelitos hechos en madera con dibujos a mano en el que te explican algo que supuestamente los protagonistas de Heidi hacían ahí.
Por ejemplo, esta imagen que veis es donde supuestamente el abuelito de Heidi venía a cortar leña para el invierno.
O qué me decís de este lugar, donde supuestamente Heidi se paraba junto a Clara para que esta viera el hermoso paisaje desde la silla de ruedas.
Llegados a este punto, no pudimos resistirnos… y dado que era la hora de comer… estaréis de acuerdo en que es el sitio ideal para almorzar.
Mejores vistas no íbamos a encontrar y nuestros bocadillos de melva y ensaladitas varias compradas en supermercados Copp, la salvación de cualquier tieso que se preste a visitar Suiza, esperaban para ser devorados por nosotros.
Y allí, frente a aquellas vistas y la tranquilidad del bosque, la lié. La lié en grande, dado que mi bocadillo de melva con tomate, de aproximadamente unos 40cm (estoy en edad de crecimiento), pareció ser un atractivo bocado para una avispa/abeja que se posó sobre él y sin que yo la viera esta entró y salió de mi boca al ir a pegar bocado al bocadillo. Con el asco y aversión que a mi me dan esos bichos. El imaginar por un momento que había estado en mi boca me hizo creer que aún la tenía dentro de la boca o que la había tragado. Creo que las toses resonaron en todo el valle. Madre de Dios. De hecho, una familia que por allí pasaba vino a ver qué ocurría.
Tras el incomodo momento insectil continuamos nuestro camino a ritmo del mejor “iolerei iolerei jijuuu” (no os asustéis por el principio del vídeo, si no fuera por esos ratitos…)
Ya quedaba menos para llegar a nuestro destino, la casita.
Pese a que el camino era una delicia y nada dificil de caminar, he de reconocer que los últimos metros se me hicieron interminables ya que estábamos deseando llegar a la casita.
Un sueño de pequeño estaba a puntito de hacerse realidad, ¡ir a la casa de Heidi en Suiza!
Y por fin, tras la caminata, los paisajes y los senderos… allí, sobre una enorme pradera y delante un bosque de abetos… allí estaba, igualita que en la serie de dibujitos animados.
La casita de Heidi.
Una chulada. Desde luego que era tal y como la pintaban en los dibujitos.
Por un momento me senté a mirar el ventanuco por donde Heidi miraba las estrellas en la noche y se asomaba por las mañanas al amanecer antes de ir a los prados con Pedro y Niebla.
¿Lo único que no encajaba? Pues estas protagonistas tan grandotas que se contaban por decenas.
Decenas de vacas rodeaban la casita y llenaban el valle entero formando la típica postal de envoltorio de la vaca de Milka.
Carcajadas vacunas y la mejor fotografía de mi vida
Tras disfrutar de la casita y del alucinante paisaje, decidimos poner rumbo a Maienfeld dado que el sol comenzaba a bajar poco a poco.
Pero justo antes de abandonar aquel lugar, a mi hermana Julia y a mi se nos ocurrió la brillante y ocurrente idea de hacernos una fotografía simulando que una vaca nos perseguía.
Tal y como acordé con mi hermana, me coloqué en posición con la cámara de fotos mientras ella se ponía frente a una vaca y hacía como que corría pero… mi hermana decidió dar un giro a la idea inicial y vete tú a saber por qué esta decidió vacilar a la vaca con un fuerte “yeeeeeejeeeee vacaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!! yeeeeeeeeeejeeeeeee!!!!” dando fuertes golpes con el pie frente a esta.
De pronto y sin previo aviso, la enorme vaca de unos 400 kilos e incipientes cuernecitos, arrancó enfurecida hacia mi hermana. En ese momento no me dio tiempo a pestañear. Sólo recuerdo que entré en una especie de shock en el que se me mezclaban sentimientos de descojone, miedo y surrealismo pero en medio de todo ese cúmulo de circunstancias me dio tiempo a apretar el botón de mi cámara lanzando una sola fotografía.
Tras la fotografía lo menos que pude hacer es salir por patas. El hecho de quedarme a hacer la fotografía ya fue algo suicida. En menos de 5 segundos ya habíamos batido todos los records de velocidad pradera abajo.
Pues bien, con el aliento recuperado y el pulso en condiciones normales… me dije: “bueno, voy a ver la foto a ver cómo ha salido…”. Ante mi asombro no podía creer al fotografía que estaba viendo. Entre alucinantes carcajadas en ese momento supe que estaba probablemente frente a una de las fotografías más alucinantes que fuera a hacer en mi santa vida.
La risas resonaron tanto en el valle que una familia de alemanes subió a ver si nos pasaba algo. Pero no es para menos. Entre la agitación del “momento vaca” y el surrealismo que tenía en mi cámara… ¡no podía hacer menos! Jajajajaja!
Creo que es de las veces que más me he reido en mi vida. Fue increíble.
Abuelito, ¡están ardiendo, están ardiendo las montañas!
Dicen que el personaje de Heidi realmente es el propio de la escritora. De Juana Spyri. Según cuentan la escritora se crió en Maienfeld, en la casita que visitamos al principio y que las historias que cuenta en el libro, posterior serie y película, están inspiradas en su propia vida. Eso dicen y la verdad es que pienso que muy desencaminada no debe de ir esa leyenda ya que mientras descendíamos desde las montañas a Maienfeld, pudimos contemplar las espectaculares montañas iluminadas por el sol del atardecer tal y como narraba en su libro la escritora y aparecían en la serie de dibujitos.
Cualquiera que haya visto Heidi alguna vez de pequeño, recordará la frase que le decía Heidi a su abuelito cada vez que atardecía: “Abuelito, ¡están ardiendo! ¡están ardiendo las montañas!”
Y es que realmente las montañas parecía que ardían.
Un broche espectacular para un día por el norte de Suiza que siempre recordaré como una de las historias más divertidas que he vivido mientras caminábamos entre bosques hacia esa casita que de pequeño tanto me había hecho soñar. La casita de Heidi.
Información práctica si quieres vivir esta experiencia
¿Como ir a la casita de Heidi?
Tal y como comentaba en el post, realmente hay 2 casitas. Una casa grande que está cerca de Maienfeld y cuya dirección es Bahnhofstrasse 1, CH-7304 Maienfeld y luego tenéis la casita de toda la vida, la de las praderas, más chiquititas, cuya ruta, de 2 horas, sale desde los pies de la casita de Heididorf. Veréis las indicaciones en unos postes informativos.
Tenéis más información y curiosidades en la web www.heididorf.ch.
¿El camino hacia la casita de Heidi es dificil? ¿Se tarda mucho en llegar?
En teoría si no te paras nada son unas 2 horas. Nosotros nos paramos a hacer el tonto repetidas veces, almorzamos en el mirador que visteis arriba con toda tranquilidad y fuimos a un ritmo muy muy normalito que prolongó la ruta a un poco más de 2 horas. En cuanto a la dificultad… nada de nada. El camino es una delicia. Se puede hacer incluso en bicicleta y vimos hasta carritos con niños chicos. Para nada es una ruta masificada. Había 4 gatos.
¿Cuánto vale entrar a las casitas?
El ticket para entrar a la casa de abajo, que podríamos denominar casita de invierno, es de unos 5 francos suizos, unos 4€ más o menos.
Jaja, la caña de post compañero!
No te voy a engañar, los paisajes son espectaculares, la casa de Heidi es curiosa, pero lo que más me ha gustado, y aún me estoy riendo, es verte partirte la caja entre las japonesas poniendo la BSO de Heidi, y al contar la historia de la embestida a tu hermana en vídeo ¡Eres muy grande tío!
¡Abrazo fuerte!
Me ha encantado y me he partido de risa… me encantaa
Jajajaja!!! me alegro de que os haya gustado! No sabéis lo que me he reído también haciendo el reportaje (si es que se le puede llamar así). Un abrazaco a los 2!! 😀
¡Qué gracia la foto de la vaca!
abuelita dime tú…. jajajaja
Saludos viajeros
El LoBo BoBo
Miguel, ¡eres grande! Y no lo digo por el tamaño ni por la capacidad de tus tres estómagos (en los que era imposible que hubiera hueco para una avispa) 😉
Buenas risas suizoniponas + vacunas
Qué súper divertida, en aquel hermoso lugar!!! Que bueno que no paso a mayores y solo dejó la anécdota fotografiada para la posteridad!! Estupendo!!
excelente y el lugar me encanto, esos bosques y lo del final y la cara de tu hermana no tiene precio abrazo
Genial, me ha encantadooooo!!! Ahora tengo ganitas de irrrrr 🙁
Gracias a todos!!! Ya veo que las risas han sido del lado del que escribe, del que lee y por supuesto de la que casi se lleva la cornada 😀
¡JAJAJAJAJA!
No sabes cuánto me ha gustado la fotografía de tu hermana. El post está súper bien escrito y esta fotografía: http://farm8.staticflickr.com/7453/9779593332_ce12a2e711_z.jpg me ha puesto la piel de gallina.
🙂
Solo dos palabras!: Envidia y maravilloso! Envidia que tengo del pedazo viaje que os habéis marcado,y maravilloso lo que habéis vivido! No me pierdo ni una publicación, Mentiroso! =)
Me alegro de que así sea Marilú! Pronto vendrán muchos más artículos con rincones y experiencias de este tipo! Un abrazaco!