No se exactamente qué es lo que tienen los desiertos que a muchos como a mi nos atrapan. El silencio que en ellos habita. Esa sensación de extraña soledad en la que el paisaje es tu único compañero de viaje. Lo pequeño que uno se suele sentir en ellos rodeados de inmensidad. Sin duda, atravesar estos lugares es toda una experiencia que recomiendo a cualquiera que desee sentir en primera persona la majestuosidad de la naturaleza.
La tarde caía en la región israelí de Eilat y tras 4 días por el desierto de Marruecos, donde puse a prueba mis posaderas a lomos de un bonito cuadrúpedo marroquí, quién me iba a mi a decir que tan sólo 3 meses después volvería a vérmelas de nuevo subido a uno de ellos, en esta ocasión un camello y de nuevo en otro desierto, el de Néguev, Israel, con mis amigos Ignacio y Carlos en un alucinante viaje por Israel.
Esta que veis sería mi compañera durante la ruta por el Néguev: Silvi.
En un principio pensé que sería igual que en Marruecos. Una sencilla caravana de camellos amarrados los unos a los otros y ala, simplemente a disfrutar del paisaje sin hacer nada más. Pero entonces, nuestros guías comenzaron a darnos explicaciones de cómo montar a camello, la forma en que debíamos hablarles, como sujetar sus amarres y exactamente qué debíamos decirles para que nos hicieran caso. Más divertido, ¿no? jojojo
Esta que veis es Silvi, mi camella y compañera de viaje en la ruta por el desierto del Néguev y a la que si le decía en hebreo “Kalimaaaaa Silviiii” la tía empezaba a caminar como si nada. Un 4×4 muy inteligente, si señor.
Poquito a poco fuimos adentrándonos en escenarios de película.
Pequeñas cordilleras desérticas nos flanqueaban a ambos lados durante gran parte del recorrido.
Parecía como si en cualquier momento fuéramos a vivir un momento de emboscada típica de película de vaqueros.
Fue divertidísimo atravesar esas gargantas de piedra, hogar de tantos y tantos beduínos que por la zona moraron y que ahora vigilaban nuestro paseo a camello.
El atardecer en el desierto se aproximaba con bonitas siluetas de postal
Y sin previo aviso el camino desembocó en un espectacular mirador de montañas desde donde divisaríamos toda la inmensidad del desierto de Néguev, Jordania y Egipto.
Un lugar mágico al que accedimos por un estrecho y vertiginoso camino por el que juro que recé para que mi querida “Silvi” no tropezara o la liábamos en gordo.
Las vistas del desierto desde lo alto del mirador… espectaculares, de esas que cortan el hipo a cualquiera (haz click en las imágenes para verlas más grandes)
Momentos como este son los que convierten en adicto a los viajes a cualquiera que se preste a probar este tipo de experiencias.
Tras un rato de descanso a nuestras posaderas y de hacer las respectivas fotografías al paisaje, comenzamos el descenso de aquel mirador por una empedrada bajada de 3 pares de narices.
La inclinación era demasiado peligrosa para ir subidos a lomos de nuestros camellos y lo mejor era llevarles con correa como si fueran perritos.
Ellos llevan el ritmo que tú indiques. Si caminas más rápido ellos aceleran. Pueden parecer torpes pero estos bichos pueden alcanzar corriendo a un coche. A uno de los guías le preguntamos cuánto puede llegar a correr un camello y nos dijeron que aproximadamente unos 80 km/h, ¡una pasada!
Tras la alucinante bajada, volvimos a subir a nuestros camellos, el sol poco a poco se fue esfumando y con él las estrellas comenzaron a aparecer.
Fue fascinante atravesar aquel lugar completamente a oscuras con la única luz de las estrellas que poco a poco empezaban a salir. En ese momento no tenía ni idea de hacia dónde nos dirigíamos y ni muchísimo menos esperaba lo que a continuación íbamos a hacer a continuación.
Yo pensaba que iríamos directos al punto desde el que comenzamos dado que ya no había nada de luz pero los camellos giraron hacia uno de los lados del camino, se detuvieron, bajamos en mitad de la nada y… ¡voila! Toma sorpresa!
Allí, en mitad de la nada, bajo las estrellas, pararíamos a tomar un té de hospitalidad y una cena típica beduína, compuesta por unas aceitunillas estupendas junto a un queso delicioso huntado en pan de pita hecho al modo clásico.
Me río yo del queso Filadelfia. Os aseguro que el queso de oveja y aceite de oliva que veis que nos están untando en las pitas estaba increíble, calentito, crujiente… ñamm…
Aquí os dejo el vídeo del momento en el que hicimos nuestra parada beduína en el camino.
Fue una chulada ver como preparaban el pan de pita en directo. Confieso que repetí unas pocas veces.
Y allí, bajo ese escenario tan espectacular, pusimos el broche perfecto a una gran experiencia y sin duda una de las mejores cosas que hacer en Israel.
Información práctica si quieres vivir esta experiencia
Si te ha gustado esta experiencia y quieres vivir algo así en Israel deberás contactar directamente con ellos por email tal-p@actcom.co.il o bien llamarles por teléfono directamente una vez que estéis allí 08-6370022 08-6370022. Otra opción es que vayáis al sitio directamente, os dejo la url del lugar y la dirección de su página web www1.camel-ranch.co.il.
¿Hay que llevar algo de especial a la excursión?
Yo llevaría abrigo para la noche en el desierto, unas gafas de sol, agua, un equipaje lo más ligerito posible y una buena cámara de fotos para inmortalizar momentos así!
Miguel … me has abierto las ganas de volver al desierto!! Vaya experiencia tan completa en un solo día!! Me han encantado tus comentarios!
precioso. me encantò ver las fotografias y los dos videos, alucinante como dices tu, bella tu experiencia …. te felicito.