Por si no lo sabíais es posible hacer un vuelo en helicóptero en Venecia. Y ahora os preguntaréis: «¿Pero merece la pena Miguel?». Y mi respuesta es un claro y contundente: SÍ. Bien es cierto que soy un auténtico “helicóptero adicto” ya que he volado en Iguazú, Barcelona, EE.UU, Islandia, Granada… pero os aseguro que Venecia es uno de los más chulos donde lo he hecho.
Hay lugares en el mundo que si son bonitos a ras de suelo desde el aire… ¡mucho más! Y ese es el caso de volar en helicóptero en Venecia. Imaginad desde el aire sus canales, iglesias, tejados y todo el archipiélago de islitas que componen la laguna veneciana. Seguro que os suenan nombres como Torcello, Murano, Burano, etc… ¿verdad?
Así pues, con las pilas de las cámaras bien cargadas y bajo un día bien soleado, pusimos rumbo al embarcadero de San Zaccaria (junto a la Plaza San Marcos) y tomaríamos un ferry (salen cada 30 minutos) que atravesaría la jauría de embarcaciones de Venecia durante poco menos de 20 minutos hasta la estación de Elisabetha, en Lido.
Según llegamos a Elisabetha caminamos hasta el pequeño helipuerto de Lido donde un jóven y uniformado chico nos dio la bienvenida. Al verle, pensé: «¿Será el recepcionista?», pero no, ¡resulta que era el piloto! 😀 Él mismo te explicada los distintos tipos de recorrido que hacían por la laguna, te cobraba y por supuesto pilotaría el helicóptero 😀
Al llegar al helicóptero, el piloto desenfundó una capota que tenía sobre el helicóptero para protegerlo del sol y acto seguido nos dio un breve briefing con las instrucciones clásicas de seguridad, los cinturones, cómo abrir y cerrar puertas, etc. ¡Súper rápido en comparación a otros vuelos en helicóptero que hemos hecho en otros sitios!
Según entramos una abejilla ralentizó el despegue ya que entró en la cabina del helicóptero 😀 Tras echar a nuestra amiguita de un manotazo, el piloto pidió autorización para despegue, nos pusimos los auriculares, ¡y aquel bicho empezó a despegar!
Como siempre, el primer acelerón es una pasada. ¡Cómo se siente todo! Y acto seguido, al fondo, empezamos a ver las primeras islitas de la laguna veneciana y por supuesto el inconfundible skyline de Venecia. ¡Qué maravilla! Y tras esto, a toda velocidad atravesaríamos la laguna para luego enfilar a la primera de las islas que divisaríamos en helicóptero por Venecia: la isla de Burano.
La entrada triunfal a Burano la hicimos enfilando al campanario de la isla y uno de sus canales principales. Fijaos qué guay se ven desde el aire los canales de agua que llegan hasta la isla y todo el entorno de la laguna que rodea a la isla. ¡Chulísimo!
A medida que el piloto giraba el helicóptero alrededor de Burano, todas las casitas de color que dan fama a esta isla empezaron a brillar desde el aire como un precioso collage multicolor que parecía de postal.
Siempre que me subo a un helicóptero pasa igual. Pasa todo tan rápido, es tan maravilloso e impresionante lo que ves que me quedo bloqueado. ¡No se dónde mirar ni qué hacer! Sólo babeo y anonadado tiro fotos impulsivamente a la par que como un bobo me repito una y otra vez: «Qué pasada, ¡pero qué bonito por Dios!».
A un lado dejamos Burano y toda velocidad continuamos con la siguiente parada que sería para ver Murano desde el aire, ¡la isla de “Cristales”!
El gigantesco canal de San Donato desde el aire es espectacular…
El famoso faro de Murano, las fábricas de cristalería, el campanario de la iglesia de San Pedro Martir… ¡qué privilegiados son los pájaros!
Si estáis en PC os recomiendo hacer click en las fotos para verlas ampliadas 😉
En helicóptero sobre Venecia, ¡un sueño!
Y ahí, entre el sonido de las hélices, a más de 150km/h y casi sin darnos cuenta… llegamos a la laguna de Venecia en helicóptero, como un pájaro buscando a su presa sin que nadie lo sepa y lo pueda impedir.
Sí señores, sí. ¡Está ahí abajo!, ¡es la Piazza San Marco!, ¡San Giorgio Maggiore y Santa Maria de la salud!. ¡Estábamos sobrevolando Venecia!
Sólo viendo Venecia desde el aire te das cuenta de la locura de enclave en que está levantada esta ciudad. Fijaos qué maravilla como se veía el Gran Canal de Venecia desde el aire totalmente rodeado por ese entresijo de tejados color ladrillo. Como diría Jesulín: «En doh palabra, im-prezionante» 😀
Os juro que parecía una maqueta de estas que te encuentras a veces al entrar en un museo. Te pellizcas y dices: «Sí, tio sí, ¡estás aquí!». No había palabras para describir semejante panorámica de Venecia desde el aire.
Como decía antes, allá arriba todo pasa rápido, el helicóptero tiene permiso sólo para unos minutos y la aventura poco a poco iba llegando a su fin. De la Plaza San Marcos continuamos camino hacia el barrio del Castello. Al fondo se veía la iglesia de San Francisco y las islas del cementerio de Venecia y Murano.
Con ganas de seguir dando vueltas sobre Venecia, el piloto nos dijo que debíamos regresar ya al helipuerto. De nuevo, volvió a pedir permiso a la torre de control y a toda mecha de nuevo volvimos a dejar atrás al precioso e inconfundible skyline veneciano 🙂
Por aquí os dejo un pequeño vídeo con la experiencia de nuestro vuelo en helicóptero por Venecia. Espero que os guste 😉
¿Mereció la pena? La respuesta es sí. Un lugar como Venecia merece ser visto desde arriba. Os aseguro que después de poner cara, desde el aire, a un lugar así, los paseos que vengan después no serán iguales 😉 ¡Disfrutar de la experiencia!
Información para volar en helicóptero sobre Venecia
Haciendo un pequeño resumen con las preguntas que más me habéis hecho por aquí os dejo toda la información para que podáis vivir esta experiencia:
¿Cuánto cuesta el vuelo en helicóptero por Venecia?
Hay varios vuelos según la duración y recorrido. Yo pillé el más barato que era de 130€ por persona.
¿Dónde contratar el tour en helicóptero?
Se llama Fly Venice y podéis ver dónde están en este enlace que os dejo por aquí.
¿Dónde os quedasteis a dormir en Venecia?
La ocupación en Venecia es una locura y la disponibilidad no está asegurada en ningún lado por mucho que os recomiende así que por esa razón hice un post con varios lugares recomendados para quedarse en Venecia así como los dos donde me quedé a dormir en mis últimos viajes.