Pompeya. Un pasado muy presente

Visitar Pompeya es visitar el pasado, el pasado de un tiempo que sepultado por las cenizas del volcán Vesubio allá por el año 79 d.C sepultaría la ciudad dejando a la ciudad en un Standby histórico y a sus calzadas de piedra, muros y pinturas al descubierto en un estado impecable y que os dejará con la sensación como os digo, de volver a un pasado romano de una ciudad de 25000 habitantes que por aquella época, junto con Herculano, pasarían a la historia por quedar indemnes al paso del tiempo a causa de las cenizas.

Después de nuestra miniaventurilla con los carabinieri y haciendo caso a las pocas indicaciones que dada la situación en la que se encontraban nos pudieron dar, dimos con la ciudad, pero dada la hora, aparcamos en un mega aparcamiento de pago para coches y autobuses que está junto a la ciudad. Aparcar junto a las ruinas es casi imposible.

Camino de la ciudad, paramos en un “restaurante”. La comida estupenda, unas pizzas estupendas pero a la hora de pagar, sorpresa! La grafía del ticket nos dejó un poquito “a huevos” ya que una de dos o habían reciclado la máquina de tickets de un puticlub o habíamos comido en un puti…

Desde luego no lo parecía ni muchísimo menos la comida estuvo estupenda y los encargados no tenían pintaras.. lo único, el interior, que era algo sospechoso. Que cosas.

Finalmente, ya comidos y con un calor de 3 pares de narices (era Agosto), sacamos nuestra entrada en la entrada a la ciudad.

Nada más entrar, te encuentras unas salas que a modo “almacén” contienen los famosos, impresionantes y sobrecogedores “moldes” de algunas personas de la época que fueron sepultadas aquel fatídico 24 de Agosto de hace 2000 años y que, gracias a la pericia e intuición de los investigadores a la hora de escavar la ciudad encontraron unos misteriosos huecos en la lava que decidieron rellenar con yeso para que, una vez secados, atónitos pudieran contemplar impresionantes situaciones de personas en el momento de la erupción como las que a continuación os enseño:

La ciudad impone, es gigantesca y en verla bien puedes pasar un día entero. Está regada de calles, casas y murales con pinturas por todos sitios. Pasear por sus calles, con el imponente Vesubio al fondo entre aquellos muros que en su día fueron casas es algo que impresiona.

Todo está como si se hubiera parado en el tiempo, algunas de las habitaciones de sus casas, palacetes y pinturas sobrecojen, te hacen pensar que la vida abandono aquel lugar de golpe, no poco a poco como en otros lugares sino de golpe. Visitar Pompeya es una experiencia única que no te puedes perder y a la que debes llevar agua y una buena gorra si vas en Verano como fue mi caso.