El día que almorcé de Mercadona en una casa de Machupicchu y acabé probando un cuy

La mañana en Machupicchu había sido intensa, son grandes las emociones que se viven allá arriba. La visita a la ciudad inca puede llevarte casi toda la mañana si decides que alguien te guíe por ella contándote sus misterios y leyendas, de modo que entre pitos y flautas, el tiempo en ella corre y sin darte cuenta te montas en el medio día con el consecuente rugir de estomago que a esa hora es común en todos los mortales.

Panorámica de Machupicchu

Para comer en Machupicchu teníamos 2 opciones, una permitida y la otra prohibida: por un lado, la “permitida” es el comer en un pequeño restaurante muy guiri de precios desorbitados que es lo único que hay allá arriba y por otro lado, la opción “prohibida” es el llevarte tu propia comida. A mi modo de ver, la permitida es la prohibitiva y la prohibida la única que nos podíamos permitir por precio. Para que te hagas una idea una Fanta de naranja venía a costarme unos 3€ y nosotros, tiesos como de costumbre y que con tal de ahorrar hacemos lo que haga falta, nos tragimos unos pequeños sandwichitos y embutidos de Mercadona que traíamos de Sevilla.

Jefe inca en Aguascalientes

Quién le iba a decir a los incas que dos personajillos como nosotros acabaríamos sentados en una de sus casitas comiendo un picnic Hacendado!

Comer en Machupicchu

Pero lo mejor las vistas. Uno de esos restaurantes que incluyo en mi personal Guía Miguelín.

Nuestras vistas a la hora de comer en Machupicchu

Fue una gozada comer viendo como las nubes devoraban el valle.

Terrazas de Machupicchu

La tarde poco a poco caía y no se si por la altura o vete tu a saber por qué razón sería que me entro un hambre que sería capaz de comerme cualquier cosa. Acabábamos de bajar de Machu Picchu y antes de volar de nuevo hacia Cuzco, haríamos una última noche en Aguascalientes, el famoso pueblecito desde el que vienen y van los autobuses hacia el valle de los incas.

Tren de Aguascalientes en Perú camino a Machupicchu

Aguascalientes en Perú

Rio de Aguascalientes

Mi hambre seguía a punto de caramelo y tras preguntar en media decena de restaurantes del carísimo pueblo, finalmente nos decantamos por una coqueta tasquilla de aspecto tradicional donde haríamos una merienda-cena. Estaba que me comía los servilleteros.

Restaurante en Aguascalientes comiendo comida típica peruana

Como en la mayoría de los sitios lo primero la comida y dado que aún no había probado la famosa Inca Kola, me decidí por una de ellas.

Botella de Inca Kola

Es alucinante lo de esta bebida. En consumo supera a la Cocacola y cualquier Fanta. Es propiedad de CocaCola, de hecho en la parte trasera pone “Cocacola Company” y según las malas lenguas, su poder adictivo es superior al de Cocacola, gusta mucho más y por temor a que esta devorase a la gigante Cocacola, la multinacional compró la marca y derechos de Inca Kola de modo que a día de hoy esta sólo se consume en Perú. ¿Lo curioso? Pues que por todo Perú ves está bebida mesa tras mesa, en los supermercados ocupa la primera posición en cantidad y eso te hace pensar que los rumores acerca de la compra de Inca Kola por parte de Cocacola puedan ser verdad. En fin, si queréis más información sobre este tema miraos este vídeo más concretamente sobre el minuto 7.

Súpermercado en Perú

Su color amarillo no es casual, se debe a un guiño al color del oro inca. ¿El sabor? Pues es una mezcla de Redbull y caramelo con gas, para que os hagáis una idea.

Etiqueta de Inca Kola con la pegatina de Cocacola

Entre tanto y tanto nos dieron la carta y pese al hambre que traía de todo el día decidí arriesgar y opté por uno de los platos tradicionales: el Cuy.

Platos típicos de Perú

A este pequeño personajillo tan sólo le había visto en forma de peluche. Para que os hagáis una idea es un hamster grande y dada mi curiosidad gastronómica me lancé a la piscina con idea de probar cosas nuevas… pero el resultado no podía imaginarlo. Y mucho menos su presentación (advierto que la fotografía puede ser sensible a muchos de vosotros, no hagáis click si no estáis preparados para ver cosas heavys. Luego no digáis que no lo advertí).

Ante semejante panorama…. algo me decía que esa noche no cenaba. “Ay Dios mio… ay dios mío que he pedido….”, me repetía una y otra vez. Mientras tanto, en la mesa contigua a la nuestra, había un pequeño grupo de japos que empezaron a señalar hacia mi plato entre descojones y preguntas acerca de que qué diantres era eso que me había pedido. De pronto había creado expectación en el restaurante y ante mi perplejidad empecé a meterle mano a aquello de la mejor forma que pude.

Literalmente aquello era como comerse al Ratoncito Pérez! Os juro que ese plato debía incluir libro de instrucciones. No exagero cuando os digo que era 5% carne – 95% hueso, pellejillo y texturas raras.

En definitiva, un día curioso en cuanto a lo gastronómico en el que empecé comiendo de Mercadona en mitad del valle de los incas dentro de una casita de Machupicchu y en el que lamentablemente acabé intentando comer a un pobre cuy que fue sacrificado para nada ya que aquello no había quien lo pudiera hacer. Los cuys no fueron traídos al mundo para ser comidos. Gracias a Dios que alguien inventó las pizzas un día y que estas llegan a todos los rincones del planeta.

Perro en Machupicchu vestido de peruano

Moraleja: Si traes hambre de casa, no arriesgues y pide como en casa.