Llevábamos tan solo 2 días en Nilandhoo y por fin ibamos a hacer una excursión a una isla desierta en Maldivas, sin duda de las cosas que más ganas teníamos de hacer. Pero aquella mañana, al igual que el resto de días que pasamos en el guesthouse donde estábamos alojados en Maldivas, nuestro amigo y guía Abdulla se acercó a nosotros mientras desayunábamos para hacernos una proposición de lo más particular: “Migüel, I have a crazy idea for you“. Su sonrisa malvada me hizo pensar lo peor. Agárrate los machos, pensé yo. Verás tú lo que nos va a proponer este.
– ¿Qué tal si os os dejo solos en una isla desierta y os recogemos al día siguiente?
Lo primero que hice fue reirme 😀 Y acto seguido, Diana y yo nos miramos, sonreímos y dijimos… “pero espera, espera… ¿sólos? ¿sin nadie?“. A continuación un montón de dudas e interrogantes nos vinieron a la cabeza como por ejemplo si sería seguro estar allí, si nadie vendría de alguna isla de la zona, lluvia, mosquitos… ¡mil cosas se nos vinieron a la cabeza!
Los más cagadillos quizás penséis que es una locura pero ahora os pregunto yo a vosotros: ¿cuántas veces en vuestra vida os van a proponer que hagáis algo parecido? 🙂 De modo que sin pensarlo demasiado ni dar vueltas a ningún hipotético problema que pudiéramos tener en la isla, nos liamos la manta a la cabeza y le dijimos a Abdulla que dónde había que firmar, ¡que nos íbamos!, ¡ala, que sea lo que Dios quiera!, nos dijimos 😀 Y menuda decisión que tomamos…
Y es que, a día de hoy miro atrás en el tiempo y mientras observo estas imágenes en aquella isla desierta en Maldivas me digo a mi mismo: “joder macho, qué bien que dijisteis que sí a aquella pedazo de aventura“.
En el siguiente reportaje os invitamos a viajar con nosotros a través de nuestras fotos, el relato y anécdotas que se sucedieron en aquella pequeña mota de arena maldiviana donde disfrutamos de los fondos marinos más espectaculares, así como de un espectacular atardecer seguido del más maravilloso de los cielos estrellados junto a un fuego.
Me negaréis que no suena tentador… y tranquilos, que si os gusta, no solo os vamos a dejar con el gusanillo de querer vivir algo así sino que os daremos todas las pautas para que lo viváis también vosotros 😉
Llegando a Odagalla, nuestra isla desierta en Maldivas
Tras confirmar con Abdulla que nos animábamos a la aventura, pillamos comida tanto para el almuerzo como para la cena, que ya traíamos de España, algo de abrigo por si las moscas (que para nada nos hizo falta), crema solar a tope y todas las baterías para las cámaras que tuviera en la habitación del guesthouse. Tras pillar los bártulos salimos en dirección al puerto de Nilandhoo donde nos esperarían con la barca de pescadores de todos los días y pusimos rumbo entre aguas cristalinas hacia la isla desierta de Odagalla, que más que una isla es lo que se denomina como “sandbank” o banco de arena.
Escoltados por un grupo de delfines y algún que otro grupo de pájaros de mar, navegamos durante más o menos 30-35 minutos y de pronto, al fondo, divisamos una pequeña manchita de arena en el horizonte que poco a poco se iría haciendo más y más grande a medida que se descubría alrededor de ella una gigantesca barrera de corales entre aguas cristalinas. Señores, estábamos llegando al paraíso.
Impresionante, ¿verdad? En la siguiente imagen podéis ver a la isla de Odagalla y alrededor de ella observad como se distinguen perfectamente los corales que os mencionaba arriba. Os recomiendo que hagáis click en la imagen si queréis ver esta o las demás fotografías de la página en grande. Merece la pena.
¡Un auténtico paraíso para nosotros solos!
Nada más bajarnos de la barca, Abdulla y Alí nos montaron un chiringuito guapísimo como el que veis en la foto, nos dejaron una nevera con agua hasta arriba, alguna bebida isotónica, refrescos, batidos Milo, que saben que nos flipaba y un móvil con una tarjeta SIM de Maldivas con 2 teléfonos de emergencia por si ocurría algo. Osea que “náufragos”, lo que se dice “náufragos”… tampoco es que fuéramos a ser. Pero qué narices, tampoco se trata de pasarlas canutas ni de intentar sobrevivir en una isla desierta 😀 Eso se lo dejo al Último Superviviente 😀
Tras montarnos el chiringuito, sonó de nuevo el motor de la barca y como auténticos náufragos nos despedimos de ellos desde la isla. Cuántas veces había soñado con vivir algo así. ¡Wilsooon! 😀
Ahora sí, el paraíso era para nosotros solos. Fijaos la arena de la isla y a Diana cual sirenita de Disney sobre su orilla. Foto de catálogo de El Corte Inglés 😀
El agua que rodeaba a la isla era como una gigantesca piscina de aguas cristalinas. En la mayoría de islas de este tamaño en Maldivas es siempre así. Primero arena, luego barrera de coral y tras esta, un socavón enorme que baja hasta las profundidades donde habitan los peces más grandes así como tiburones, delfines y ballenas.
Sin embargo, tranquilo por el tema tiburones porque salvo pececillos de colores, gracias a la barrera de coral no os toparéis con “nadie” más en la isla. Y lo entrecomillo porque al margen de los peces y algunas comunidades de pájaros que vienen a comer pequeños crustáceos a la orilla de la isla, nadie más hará de interferencia entre vosotros y la soledad más absoluta…
Bueno, sí, a ver… los peces, los pájaros y nuestros amigos los cangrejos y ermitaños, que con sus inquietas patitas tenían toda la isla llena de una serie de pequeños surcos que dibujaban toda la superficie de una arena completamente virgen de pisadas por parte de ningún ser humano.
La aventura acababa de empezar y aún teníamos por delante un montón de horas y horas en una diminuta isla de aproximadamente 200 metros de largo. Todo un día para disfrutar del paraíso virgen más increíble que habíamos visto hasta ahora y todo un día para resolver las eternas preguntas de: ¿qué 3 cosas te llevarías a una isla desierta?, ¿cómo sobrevivías en ella? o ¿qué harías si estuvieras en una isla desierta? 😀 Tranquilos que a lo largo del post las preguntas se irán respondiendo solas 😉
Paraíso por arriba y… ¡por abajo! ¡pedazo de snorkel!
Tras recorrer por tierra de cabo a rabo nuestra pequeña Odagalla sin dejar ni un solo centímetro cuadrado de ella sin explorar, pronto descubrimos la respuesta algunas de las preguntas clásicas que todo el mundo se ha hecho alguna vez en el hipotético de una visita a una isla desierta. La primera de las cuestiones que resolvimos es la mágica pregunta de qué hacer. Al menos nosotros lo tuvimos claro: snorkel. No hay nada más divertido ni que entretenga más que ver peces y allí en Odagalla nos llevamos una sorpresa y de las grandes…
Vaya corales bonitos y menudos bancos de peces de colores. No sabéis la sensación que sentí al meter la cabeza por primera vez ya que uno espera peces y corales pero no semejante belleza junta. Tal como digo, impresionante… por momentos me paraba a pensar: ¿estoy en el mar o en la pecera de un hotel?, ¿me habré caído a la piscina tropical del Oceanographic de Valencia?
Lo primero que aprendimos que no debe faltar en nuestra mochila en el caso de hacer un viaje a una isla desierta fue que de las 3 cosas que me llevaría, si sólo pudieran ser 3, es que nunca, nunca me faltarían una serían unas buenas gafas de snorkel. Sí, reíros pero tanto para pasar el rato como para pescar serían imprescindibles.
Como consejazo que os puedo dar tan sólo deciros que por mucho que os lo prometan… no hay crema solar que aguante 2-3 horas de snorkel. Os aseguro que no. Personalmente me he llegado a achicharrar la espalda como no imagináis y siempre tras echarme factor 50. Da igual la marca que las he probado todas y ni mucho menos soy blanquito. De modo que mi recomendación es que os pilléis una camiseta de agua y a ser posible unas mallas de agua para las piernas y un gorro de tela que haga de gorra en el agua si queréis estar tranquilos de no acabar achicharrados o con una insolación. En sitios como estos puedes pasar muchas horas sin darte cuenta y acabar con severas consecuencias si no te proteges bien.
Como veis las fotos del snorkel son increíbles. Estabamos flipando con lo que veíamos. Personalmente os puedo decir que he nadado en lugares como el mar Rojo, el Caribe, sudeste asiático, etc… pero Maldivas es un punto y aparte muy grande. La visibilidad de sus fondos marinos es espectacular, los colores, tipos de peces y corales… increíbles. ¡Y pensad que esto sólo es un snorkel! Imaginad lo que uno puede llegar a encontrar más abajo haciendo submarinismo…
Las sensaciones que teníamos nadando por los arrecifes de los alrededores de la isla fueron mágicas. Imaginad aguas donde en días claros podéis llegar a tener hasta 50 metros de visión, agua calentita donde jamás vas a pasar frio, corales como los de la imagen y peces azules, amarillos, rojos, verdes, negros… ¡de todos los colores y formas!
Y zonas de todo tipo de profundidades. Tal y como os decía al principio, tras la barrera de coral hay un enorme socavón como el que se aprecia en la imagen. Ahí si es más posible que os topéis con algún tiburón o con suerte delfines. Por cierto, muchos me preguntasteis por la máscara que lleva Diana de visión 180º. La compramos por Internet y la podéis pillar en Amazon en este enlace que os dejo, os aseguro que para un viaje como este a Maldivas es una pasada 😉
Bajo el agua se nos pasaron las horas como si nada. Entre que el agua estaba calentita, que no había apenas oleaje, que está clarísima y que a cada brazada que dabas te topabas con maravillas de todos los colores… sientes que cada minuto que no estás mirando a los fondos marinos te estás perdiendo alguna cosa maravillosa o algún pez de lo más curioso y es como una droga que te impide salir del agua 😀
Aquí tenéis de nuevo a Diana cual pececillo curioso intentando pillar la foto perfecta. Las fotos a peces son de ella y creerme que no es nada fácil hacer fotos bajo el agua. Pero nada de nada. Sobre todo si haces snorkel y bajas al fondo haciendo apnea.
El mejor de los trucos para hacer fotos a peces que os puedo dar si queréis hacer buenas fotos de snorkel es que os vayáis a zonas poco profundas, que escojáis un día con mucho sol y lancéis ráfagas. Los peces se mueven muchísimo y la verdad es que es complicadísimo pillarles tal como les veis en estas fotos y sobre todo que posen para ti como este “cirujano azul” que no debéis confundir con Dori ya que no es la misma especie.
Tras dos horazas de snorkel la barriga empezó a rugir como una condenada y decidimos poner fin a uno de los snorkel más chulos que habíamos hecho hasta el momento en Maldivas.
Peces mariposa, peces payaso (los famosos nemo), peces loro, una morena y hasta dos tiburones cría de punta blanca que pudimos ver nadando entre los arrecifes. Estos tiburones son inofensivos, al ser pequeños no temen al coral dado su tamaño y toparse con ellos puede ser relativamente fácil y todo un pelotazo. Aquí os dejo un vídeo con el que espero que disfrutéis y que os deis un remojón virtual con nosotros.
El picnic más náufrago de la historia
Tras salir del agua hincamos el diente a nuestros bocatas como si no hubiera un mañana. Qué hambre dios mío. Unas cuantas latas en conserva de caballa y atún con tomate de Mercadona, queso, salchichón y salami. Tened en cuenta que estos dos últimos no están permitidos en Maldivas de modo que si lo hacéis que nadie lo sepa y corre de vuestra cuenta que os lo quiten o que os formen un follón si os lo ven en algún lado de la isla. ¡Ah! Y… sí, no me preguntéis por qué pero la sombrilla que nos consiguieron era San Miguel 😀 Os prometo que no la facturé desde Sevilla, jajaja.
Y de postre… ¡Milo! Menudo descubrimiento. No sabéis lo rico que está. Es un batido de chocolate que hace Nestle y que está hecho a base de cacao y malta. Según dicen es energético y tanto Diana como yo somos capaces consumirlo por litros. En serio. Lo descubrimos por primera vez aquí en Maldivas pero lo hemos visto también en el Sudesteasiático. Como bebida para recargar pilas es genial.
A continuación os pongo un vídeo donde os enseñamos un poco cómo es el campamento donde nos refugiaríamos en la isla y os mostramos un poco la isla.
Tras el almuerzo pegamos lo que viene siendo un maldivian barrigazus, o lo que es lo mismo, un siestazo de la leche. La morriña post almuerzo para mi es algo inevitable y teniendo un campamento tan chulo en la isla como el que teníamos montado… echarse un ratito a la sombra era blanco y en botella pero en el caso de Diana, ella prefirió cambiar el chiringuito por volver al agua para tirarse a la bartola en nuestra piscina privada. Fijaos que lujazo de lugar para nosotros solos. Sin nadie más. Así… SÍ.
El día se acaba en mitad del océano índico
Parece mentira pero las horas en la isla pasaron más rápido de lo que imaginábamos. Por si las moscas, ya que eran muchas horas, nos trajimos incluso una baraja de cartas pero para nada hicieron falta. No todos los días uno se queda aislado en un paraíso como este y eso de “aburrirse” es casi imposible, ya que, a mi modo de ver, estar litaralmente rodeado por el paraíso es bastante complicado. Mirad qué caras de sufrimiento.
Casi sin darnos cuenta el sol poquito a poquito fue tiñendo el paraíso de tonos dorados y nuestros amigos los ermitaños empezaron a salir de sus guaridas casi en bandadas 😀
A prisa y ante la inminente puesta de sol y posterior oscuridad total, nos pusimos las pilas para dejar el campamento lo más preparado posible para cuando no tuviéramos ninguna luz. Perder las cosas en la oscuridad más absoluta sería muy facil de no hacerlo.
Tal y como veis en el vídeo decidimos agrupar las cosas un poco en zonas, preparamos las camas para la noche, que no eran más que unas toallas encima de 2 colchones chiquititos que nos dieron, y juntamos toda la leña posible que encontramos suelta por la isla. Y tras esto, llegó la hora del show y el atardecer. Y vaya atardecer…
Nunca antes habíamos visto un mar tan bonito como el que encontramos allí. Parecía oro liquido alrededor nuestra. Miráramos donde miráramos veíamos destellos dorados.
Destellos y… sí, cangrejos. Decenas de cangrejos con la puesta del sol se unieron a los ermitaños y llenaron la orilla de huellitas que iban haciendo poco a poco con sus patitas.
El sol, minuto a minuto, se fue marchando a una velocidad apabullante dejando tras de si imágenes de auténtica postal en la isla. Fijaos que bonita esta imagen de Diana caminando por la playa. Qué bohemia ella, fíjate.
¿Qué os parece? Bestial, ¿verdad? Para los que no lo sepáis, los atolones se puede decir que son anillos de barrera de coral, y dentro de estos anillos, están islas como Odagalla o Nilandhoo, donde el oleaje es muy muy flojito, por no decir que apenas hay, formando estampas tan bonitas como esta que veis del mar en calma en tonos dorados. Fijaos qué maravilla. Haced click y la veréis más grande porque merece la pena.
Una noche de anécdotas “cangrejiles” bajo las estrellas
Con la noche ya sobre nosotros, las estrellas y la luna hicieron aparición y fue entonces cuando decidimos ir encendiendo un fuego apurando los últimos rayitos de luz que el sol nos dejaba en el horizonte.
Gracias al montón de leña que preparamos durante la tarde, nos pusimos manos a la obra con la “operación fogata” con objeto de tener la luz necesaria para poder ver algo durante la cena ya que frio, lo que se dice frio… no es que hiciera. Se estaba súper bien en cuanto a temperatura. Ni frío ni calor.
El proceso de encendido al principio se nos resistió un poco pero que gracias a un mechero que traíamos y unos cuantos mapas de ciudades que tenía en la mochila, pudimos arrancar una señora fogata. Obsérvese en el siguiente vídeo mis increíbles dotes de pirómano en comparación a Diana. Tal como digo en el vídeo… son muchos años de experiencia, muchas trastadas alrededor del fuego y un currículum como pirómano que guardo con mucho prestigio 😀
El resultado final como veis fue una fogata bastante decente de la que me siento muy orgulloso y que nos permitió ver durante toda la noche. ¡Ole ahí los güeno fogateros hombre!
Poder hacer una excursión a una isla desierta solos, en un lugar como Maldivas y estar ahí frente al fuego… fue sin duda, de las experiencias más brutales del viaje. Vaya momento chulo, allí solos, junto a ese fuego y las estrellas 🙂 Genial.
Allí, junto al fuego, cenamos la mar de agusto y mientras dejamos que las últimas brasas terminaran con la leña que quedaba, decidimos irnos a dormir no sin antes toparnos con una pequeña sorpresa con la que no contábamos: “no estábamos solos“. La fiesta… iba a comenzar. Ouh yeah.
Nada más acostarnos, sin apenas luz debido a que las brasas ya se habían comido el fuego, el silencio comenzó a reinar en la isla salvo por una serie de sonidos extraños que empezaron a salir de los arbustos en dirección hacia nosotros. ¿Serán bichos? Nos decíamos. Imposible, si suena en nuestras cosas. ¡Ha sonado una lata y las bolsas de la comida! Dijimos en voz alta. Total, que allí, tumbados en las toallas, decidí encender la linterna del móvil con la sorpresa de ver como decenas de cangrejos nos rodeaban a medida que correteaban por la arena como locos, uno a 1 metro del pelo de Diana y otros llevándose nuestra comida e incluso una bolsa con ropa que teníamos que apareció entre los arbustos. ¡Acojonante! Vida inteligente, os lo juro.
Ante tal jaleo de cangrejos y dos intentonas de dormir, finalmente decidimos llamar, casi de madrugada, a Abdulla. Le pedimos que nos llevase a Nilandhoo de regreso ya que así, con tanto cangrejillo suelto… dormir iba a ser complicado ya que eran muchos, nada amigables y encima dormíamos a ras de ellos 😀 Total, que estar toda la noche sin dormir no era buena idea si al día siguiente queríamos seguir haciendo más excursiones en Maldivas. Pero, ¿sabéis? No hay mal que por bien no venga. Gracias a aquello pudimos disfrutar a tope del espectacular cielo estrellado de Maldivas en un sitio como aquel…
Así como uno de los regalos más increíbles que Maldivas nos quiso hacer, y es que, de regreso en la barca de pescadores, hizo aparición el plancton luminiscente. ¡Qué maravilla! ¿Sabéis lo que es ir en un mar absolutamente oscuro rodeado por chispas? Es una pena que al ir en la barca no pudiera sacarlo ni en foto ni vídeo pero os aseguro que es de las cosas más bonitas que hemos visto nunca. Menudo regalo… 🙂 En definitiva, de esta forma tan mágica acabó la aventura de pasar un día de excursión en una isla desierta de Maldivas, rodeado de uno de los fondos marinos más maravillosos que hemos visto nunca, un atardecer increíble y alguna que otra anécdota que como veis… vale su peso en oro 😉
Información práctica si quieres vivir esta experiencia
¿Cómo ir a una isla desierta en Maldivas como esta?
Si queréis vivir todas las excursiones que nosotros hicimos en nuestro viaje a Maldivas yo os recomiendo que os alojéis en el guesthouse donde nosotros dormimos ya que fue allí donde Abdulla, nuestro guía, nos ayudó a organizar todas las excursiones que nosotros inventamos con él.
¿Cuánto se tarda en llegar a Odagalla y cuánto os costó?
La isla de Odagalla está a 30 minutillos en barca de pescadores de Nilandhoo y a nosotros dos nos salió por 60€ por persona sin incluir las bebidas de la nevera que van a parte, pero vamos, unos batidos y botellas de agua tampoco os van a arruinar.
¿Es seguro dormir en la isla? ¿No os dió miedo?
Es completamente seguro. Al principio es normal que os de yuyu pero no hay problema porque Nilandhoo está relativamente cerca y hay un resort a 20 minutos. Además, tal y como os decía en el post, nos dieron un teléfono con cobertura de Maldivas para que les llamáramos en el caso de que tuviéramos algún problema así como un cuchillo enorme. De todos modos, como ya sabéis, yo siempre aconsejo que vayáis con algún seguro por si hubiera algún follón. Yo llevo siempre uno de IATI Seguros cuando hago estas “locuras”. ¿Y por qué pillo el de esta gente de IATI? Pues por los siguientes motivos:
- Porque es bastante barato y fácil de sacar
- Cubre todo lo importante y nunca ponen pegas
- Tiene teléfono 24 horas a cobro revertido en español
- Un huevo de opiniones positivas por todos lados
- En caso de jaleo, pagan ellos y no te hacen adelantar luego el dinero. Con otras compañías, primero pagas tú, si no la tienes te apañas y luego pelea el recuperarla…
Y encima, a mi y mis lectores nos hacen -5% de descuento por reservar a través de este enlace. Veréis el precio con el descuento en el presupuesto. Echad un ojo a las coberturas porque son la ostia.
¿Había algún bicho en la isla? ¿Serpientes, arañas, etc…?
Como os decía en el post, quitando los peces de los corales, alguna arañilla suelta, grillos, ermitaños y cangrejos… nada de nada. Ni siquiera mosquitos. Los tiburones están más allá de la barrera de coral por lo que no os recomiendo salir de ella. Y en cuanto al tema de los cangrejos en la noche, a posteriori caí en una idea que no llevé a cabo y es la de haber construido un foso alrededor de las camas para que no entraran los cangrejos. Dadle un poco al coco que seguro que se os ocurre algo para dormir sin cangrejos encima 😀
¿Qué os llevasteis a la isla desierta?
A continuación os voy a hacer un listado de cosas que yo me llevaría sí o sí para pasar el día completo en la isla en modo “no superviviente” (las cosas que no están subrayadas os las darán ellos):
- 3 litros por persona de liquido ya sea en agua, batidos o refrescos
- Una garrafa de agua para enjuagarse la sal para la noche
- Gafas de sol así como gorra y sombrero
- Camiseta de agua del decathlon: la crema solar no aguanta
- Mallas de agua de decahtlon: Os achicharrareis las piernas
- Gorro de tela de nadar: Sobre todo si eres chico, con este sol, 2-3 horas de snorkel igual a migraña
- Un cuchillo grande
- Un mechero y papeles para quemar
- Aletas
- Gafas de snorkel
- Sombrilla y nevera
Sin embargo, si con esta pregunta os referís al interrogante del principio de este post de las 3 cosas que me llevaría… sin duda me llevaría las gafas de bucear, la camiseta térmica y una lupa.
¿Qué cámaras usaste para hacer las fotos de este post?
Para las fotos acuáticas utilicé esta cámara Olympus y una GoPro con el palo extensible oficial de GoPro. Para las fotos fuera del agua utilicé mi Nikon D610 con un 24-70 y otro cuerpo Nikon D5100 con objetivo angular 10-20. Esta última cámara si la pilláis está muy guay para empezar. ¡No olvidéis filtro polarizador!