Durante todo el año que he estado viviendo en Cuba he viajado por casi toda la isla. Y bueno, playas, obviamente, no han faltado. Podría decir que he tenido la oportunidad de visitar casi todas las playas y cayos más bonitos de la isla. Algunas playas me sorprendieron, otras me decepcionaron, otras eran lo que hablaban, otras una exageración, pero… bueno, si de todas puedo destacar una “por lo que sentí”, ese lugar es sin duda Cayo Levisa, que pese a que posiblemente no sea el cayo más espectacular ni el más famoso, para mi, es especial, un cayo mágico, perfecto para el relax, desconectar y olvidarse al 100% del mundo haciendo una pequeña inmersión en un maravilloso paraíso de palmeras, arrecifes y arenas blancas.
Pocos lugares en el mundo me han transmitido tanta paz como este lugar. Tal vez lo sentí así tras saltar de 4 meses seguidos en la ruidosa Habana a un lugar sin ruidos como este. Tal vez 😀 Pero lo que está claro, es que en este cayo la única banda sonora que encontrarás no será la de los motores de ningún coche ni la de los tambores y trompetas de ninguna banda de animación de hotel. Tan sólo el rugir de las ramas de las palmeras, el correteo de jutías entre manglares o el incesante ir y venir de las olas rompiendo contra la orilla a escasos metros de la puerta de tu habitación. Literalmente, ya lo veréis más abajo 😉
Afortunadamente, lugares tan mediáticos como Varadero o Cayo Santa María eclipsan muchísimo a este tipo de cayos por lo que pocos son los que se interesan en pasarse por aquí. Y digo afortunadamente porque a más paraíso cabemos nosotros 😀 Atrás quedan esas playas abarrotadas de guiris borrachos en tumbonas. En las playas de Cayo Levisa la única borrachera que vas a pillar será la de colores azul, turquesa y esmeralda. Creedme.
De hecho, nosotros viajamos sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar ni si merecería la pena o no. Era tal la desinformación y ausencia total de opiniones de Cayo Levisa que ni siquiera nos daban un precio cerrado para llegar hasta allá. Los taxistas pocas veces llevan a turistas por estas playas y no conocíamos a nadie que hubiera estado antes por aquí. De modo que a la aventura y en busca del paraíso desconocido, nos lanzamos de cabeza sin saber muy bien qué nos encontraríamos pero con la ilusión y pilas cargadas a tope 😉
¡Llegando al cayo bajo una súper luna!
La aventura arrancaría, cómo no, en La Habana, donde por 140CUC negociamos un taxi ida y vuelta hasta el puerto de Palma Rubia, lugar desde donde parten los ferry a Cayo Levisa en un trayecto de poco más de 15 relajantes minutitos.
Tras casi 3 horas de coche por carreteras flanqueadas por palmeras a derecha e izquierda, los valles de Viñales al fondo, baches como cráteres de meteorito a tutiplén que hacían imposible una breve cabezada, intermitentes adelantamientos a carromatos tirados por caballos y paradas que el conductor iba haciendo por el camino para recoger a chicas (y sólo chicas) haciendo autostop, por fin, bajo una espectacular súper luna, llegamos a Palma Rubia, en la provincia de Pinar del Rio, penúltima parada de nuestro viaje al paraíso.
Ya en el puerto, dimos de comer a un pequeño grupo de gatitos hambrientos que acababan de dar a la luz y tras esto, subiríamos a un pequeño barco comandado por un simpático y charlatán capitán que durante poco más de un cuarto de hora de travesía nos llevaría hasta los manglares de Cayo Levisa.
Con el motor rugiendo, poco a poco nos adentramos en un mar de naranjas y dorados fruto de uno de los atardeceres más bonitos que había visto. Garzas volando a ras de agua fueron nuestras únicas compañeras junto al sonido del agua rompiendo en el casco de la barca junto una pareja de doctores sevillanos con los que habíamos coincidido por casualidad en el muelle de Palma Rubia. Como dice la frase: “el pañuelo es un mundo”.
Tras navegar los 6 kilómetros en ferry de Palma Rubia a Cayo Levisa, llegamos al extremo sur de la isla. Sobre una plataforma de madera, casi a oscuras y rodeados de manglares inundados por agua, caminamos unos 5 minutos hasta la recepción del hotel donde nos dieron la bienvenida y un plano del cayo junto a las llaves de nuestra habitación, que por sorpresa, resultó ser un bungalow de madera. ¡Olé!
Con una ilusión e incertidumbre tremendas, ya que no teníamos ni idea de cómo era ni el cayo ni el hotel, salimos de la recepción mapa en mano y comenzamos a recorrer los senderos en mitad de vegetación donde pudimos comprobar que aquello más que un hotel era un complejo de cabañas repartidas junto al mar. ¡Esto promete señores…! 🙂
Tras un breve paseíllo entre cabañas, finalmente dimos con el que sería nuestro alojamiento en Cayo Levisa en la que podríamos denominar como una habitación “pa mear y no echar gota” con perdón de los presentes por tan castiza expresión.
Aquella cabaña era más grande que mi casa 😀 Y ojo, antención al baño. Jamás en mi vida había estado en un bungalow con un baño tan guay. Los grifos eran con cascadita y tenía una ducha donde podría ducharse la familia Botero al completo sin problema.
Ya instalados, dejamos nuestras cosas en la habitación, cenamos en el restaurante del hotel y como postre decidimos darnos un homenaje por la playa con doble ración de súper Luna con guarnición de relax. Fijaos qué maravilla de playa a la luz de la Luna.
La súper luna es un fenómeno que muy pocas veces ocurre. Cuando esto sucede, la Luna se ve mucho más grande desde la tierra, su brillo aumenta a veces hasta un 40% más y gracias a ella prácticamente puedes ver en la oscuridad.
Era tal el grado de intensidad de la luz, ¡que hasta el agua del mar podíamos verla turquesa! Sencillamente espectacular 🙂
Tras un largo paseo, charlas y hablar de la vida frente a tan maravilloso paisaje, dejamos caer la noche en nuestra cabaña con la misma ilusión de un niño en la noche de reyes magos. Imaginar aquel paraíso bajo un sol radiante era un sueño.
¡Despertando en el paraíso escondido de Cuba…!
Durante la noche, los Dioses se reunieron para formular un día sencillamente excepcional. No pudimos tener mejor “regalo de reyes” que una mañana como la que amaneció aquel dia. 100% soleada, salpicada bajo la banda sonora de decenas de pájaros tropicales y el turquesa del mar colándose entre el verde de las ramitas de la vegetación tropical del cayo.
Sin entretenernos mucho, cogimos las cosas de playa y salimos a desayunar disfrutando del delicioso camino entre vegetación tropical que distaba desde nuestra cabaña al restaurante del hotel.
Entre zumos tropicales, tortillas y tortitas recién hechas, algún que otro pájaro que curioso intentaba picotear algo de nuestros desayunos y preciosas mariposas tropicales de colores, recargamos las pilas a tope para el precioso día que nos esperaba.
Con la barriguilla llena y toalla en mano, continuamos nuestro camino hacia la playa entre una serie de cabañas literalmente a tiro de tsunami. ¡Justo en la arena! Menuda pasada despertar así.
Os aseguro que en ningún otro cayo ni playa he visto lugares más bonitos para dormir en Cuba junto a nada más y nada menos que esta paradisíaca estampa.
A derechas y a izquierdas tan sólo encontraréis 6 preciosos kilómetros de arena virgen sin ninguna otra construcción sobre la isla que las propias cabañas de madera.
Nada de edificios ni construcciones. Ni siquiera un muelle. Nada. Las únicas protagonistas de la playa, junto a las palmeras, serán única y exclusivamente sus arenas finas y limpias, el color turquesa de sus aguas transparentes y una enorme barrera de coral al fondo que a lo largo de los años, junto a la erosión del mar, ha ido regalando ese color blanco a sus orillas repletas de caracolitas y ermitaños correteando entre la espuma de las olas.
Como veis en el vídeo, el lugar es un paraíso terrenal. Para nosotros fue increíble encontrar un lugar así, tan vacío, tan virgen.
Mirabas a un lado, mirabas al otro y como mucho veías una parejilla al fondo. Nos preguntábamos: ¿Dónde se ha metido la gente Dios mio?», jajaja. ¡Por momentos teníamos la sensación de tener todo aquello para nosotros sólos! No os exagero.
Un paraíso de palmeras, turquesas y Tocororos
Bajo un abrasador sol de Diciembre, comenzamos a caminar sin rumbo por la orilla ante la atenta mirada de pequeños pajaritos que correteaban asustadizos frente a nosotros.
A cada paso que daba me preguntaba una y otra vez como era posible que playas como Cayo Levisa en Cuba estuvieran totalmente desiertas mientras lugares como Varadero se petan hasta el punto de olerle el sobaco al vecino de habitación.
Tan solo el canto de los Tocororos, el pájaro emblema de Cuba, rompía nuestros pasos entre la espuma blanca de las orillas coralinas de Cayo Levisa.
El Tocororo es un pequeño pajarito con los colores de la bandera de Cuba que simboliza libertad. Según dicen, este pájaro, si lo encierras en una jaula, empieza a meterse de piñas contra las rejas hasta la muerte. Salvaje y poético al mismo tiempo 🙂
Nuestro paseillo por la playa nos llevó a hacer un alto en el camino en el extremo Oeste de la isla que aprovechamos para sentarnos a contemplar el paisaje.
Allá, una enorme lengua de arena se extendía mar adentro y los colores azules, turquesas y cianes se acentuaban espectacularmente hasta romper en la barrera de coral en el horizote.
Es en momentos como ese, cuando te ves envuelto en un paisaje así, cuando te vienes arriba y lo único que quieres es saltar, gritar y en mi caso, de manera irremediable, hacer el cabra corriendo por la orilla como si no hubiera un mañana, «¡El Caribe!, ¡estamos en el Caribe!», me puse a gritar sin saber por qué sin cesar 😀
Como veis en el vídeo, en venirme arriba en este tipo de lugares no me gana nadie. Perdón por la cafrería con los pájaros. Hay cosas que no puedo evitar pero creedme que en el fondo ellos me lo agradecen ya que la vida de pájaro en este tipo de islas es muy aburrida.
Sima en cambio optó por un plan de playa un tanto más relajado en la isla… algo más rollo “Ariel” sobre las suaves orillas de Levisa.
Un baño en este tipo de aguas es lo que yo denomino “inmersión azul”. Sumergirte en estas aguas, sacar la cabeza y hacer un giro de 360º sobre ti mismo es una de las experiencias más maravillosas que se pueden vivir.
Tras tantos meses viviendo en La Habana me resulta increíble los contrastes de paisaje tan increíbles que tiene este país. Como de la decadencia de los callejones sucios y desconchados de la calle San Lázaro o el Malecón habanero, se puede saltar, en apenas 140 kilómetros, a semejante paraíso.
Un almuerzo entre pájaros y langostas grillé
Que la playa da hambre no es ningún secreto pero si a esto sumamos el olorcillo de una rica langosta a la parrilla con carbón… para qué os voy a contar. En un momento así me comía al Mani empanao envuelto en hojas de palmera si hacía falta.
A pocos metros de la orilla encontramos un chiringuito de cañizo de hotel donde tenían un humilde buffet, nada del otro mundo pero muy rico…
Así como unas preciosas mesitas bajo un techadito y los ya habituales pájaros hambrientos de la isla en busca, caza y captura de algún resto que poder capturar como extra a su dieta insectívora. Ahí les tenéis. Expectantes.
Con el mar al fondo, nuestros amigos picudos mirándonos y más hambre que el Chavo del 8 comenzamos con la operación “recarga de pilas” 😀 ¡Al ataqueeee! 😀 Ensaladas, pescado grillé, sopas, arroz criollo, frutas tropicales…
Y la reina de la casa: langosta al carbón. ¡Qué delicia por favor…! Os juro que mientras escribo esto, la boca me saliva.
La langosta es una habitual en los paladares de Cuba. Mientras que en España el sablazo que te pueden dar por comerte una como esta puede salirte por 60-100€, aquí en Cuba, por 12-20CUC, unos 10-16€, puedes darte un señor homenaje y aquí en Cayo Levisa, no se si por el hambre o por qué razón pero la recuerdo como una de las más ricas que he comido en muchísimo tiempo. No exagero.
Y de postre, cómo no, un señor coco, 100% natural, que iban repartiendo los operarios del hotel por 2CUC y que ellos mismos te abrían frente a ti.
Dicen que no hay playa de Cuba cuyo paisaje se vea del mismo color sin un buen coco en la mano así que ya sabes, jeje 🙂
Todo lo bueno se acaba… ¡hasta luego Cayo Levisa!
Con la barriguilla llena y el sol habiendo tocado ya su punto más alto en el cielo, el día, poco a poco, fue tocando su fin, y con él, nuestras horas en las playas de Cayo Levisa también irían terminándose poniendo punto y seguido a nuestro paso por el cayo.
De haber sabido que este lugar era así de alucinante tal vez habríamos prolongado más nuestra estancia frente a estos maravillosos colores.
Atrás quedan esas preciosas cabañas entre la penumbra de las palmeras y la magia del Caribe colándose entre ellas en forma de destello.
Con una preciosa súper luna sobre enormes palmas reales, el día, poco a poco, fue tocando fin y con él nuestro viaje.
Ya de regreso en el ferry a Palma Rubia, nos juramos volver a este paraíso de silencio y arenas blancas y contar en voz bajita, desde el blog, que este sitio merece ser descubierto por más personitas como tú, que tal vez, te pudieras animar a vivir como nosotros algo como lo que has leído en este post.
No lo digas muy alto, que no se enteren muchos que en Cayo Levisa, entre cabañas, cocoteros, jutías y cangrejillos ermitaños; se encuentra uno de los paraísos mejor guardados de la isla de Cuba. ¡Disfrutadlo!
Información practica para ir a Cayo Levisa
A continuación os dejo algunas de las dudas y preguntas más frecuentes que me hacéis sobre como ir a Cayo Levisa, etc… espero que os sean de utilidad y ya sabéis que si tenéis alguna duda concreta podéis dejarla abajo en comentarios y os responderé 😉
¿Como llegar a Cayo Levisa desde La Habana?
Para llegar a Cayo Levisa desde La Habana lo mejor es que vayáis en un taxi compartido o privado. Si os piden más de 140CUC por ir y venir decid que no. Vosotros pedid 120CUC para que os den 140CUC y nunca en coche de los años 50-60 por los baches. Es lo mínimo que os van a cobrar por ir y venir desde allí. Uno de los mejores lugares para regatear precios es la estación de Omnibus de la Avenida Boyeros. De todos modos por La Habana vieja veréis mucha gente que os ofrecerá taxi.
¿Cuales son los horarios del ferry de Cayo Levisa?
De Palma Rubia a Cayo Levisa hay uno a las 10:00h, 14:00h y a las 18:00h; y al revés, de Cayo Levisa a Palma Rubia, a las 9:00h, 12:30h y 17:00h.
¿Dónde dormir en Cayo Levisa?
El único hotel de Cayo Levisa que hay en la isla es este que os dejo por aquí que es en el que nosotros dormimos. Os aconsejo reservar por aquí encarecidamente ya que reservar directamente con el hotel a nosotros nos dió problemas.
¿Recomendáis llevar algo en particular?
Llevad un buen repelente de mosquitos tropical (tobillos, piernas, cuello y orejas) y Raid antimosquitos de pared. No lo quitéis en ningún momento. ¡Ah! Y toallas de playa ya que el hotel cobra 3CUC por alquilároslas 😀 No olvidéis leeros mi post de consejos para viajar a Cuba y por supuesto echad un ojo a todos mis post de Cuba que seguro que os iluminan un poquillo durante vuestro viaje por la isla.