Suiza, un país de postal

Un país de postal, sencillamente eso. Y es que no hay mejor forma de definir sus paisajes, casas, calles y rinconcitos decorados con un gusto exquisito, cuidado y en total armonía con el entorno que le rodea. No exagero cuando os digo que en Suiza a veces pareciera que sus habitantes intentaran competir en un concurso de decoración con sus casas y jardines. La mayoría de ellas bien podrían protagonizar folletos o portadas de revistas de decoración tipo IKEA o Zara Home.

Y hablando de concursos de decoración y buen gusto, en Suiza parece que ni si quiera la naturaleza haya querido quedarse atrás en estos temas ya que con una extensión de 41.000 kilómetros cuadrados, que para que os hagáis una idea es la mitad de Andalucía, el país cuenta con espectaculares desniveles inundados de abetos

cascadas que debido a su altura pulverizan el agua que baja por ellas

kilométricas lenguas de hielo de imponentes glaciares que parecen rugir abriéndose paso entre los Alpes e idílicas praderas verdes que bien podrían haber sido sacadas de dibujitos animados japoneses y que sólo paseando por ellas uno siente que ese entorno es real, que eso que ves es cierto y que esas «postales» que estas presenciando in situ no tienen Photoshop y que el único pincel que ha pasado por ellas es el de la naturaleza.

Pero para ser justos, al César, lo que es del César y es que hay que reconocer que nada de esto se conservaría de este modo y sería posible a día de hoy sin el respeto y forma de actuar con el medioambiente de los suizos:

  • El 56% de la electricidad utilizada en suiza proviene de la energía hidráulica, es uno de los países con mayor reciclaje del mundo.
  • Sus ríos, lagos y en general la red hidráulica suiza se han convertido en la obsesión de sus gobiernos pudiendo llegar a decirse que el agua que corre por sus grifos es prácticamente mineral debido a su pureza.
  • Pueblos libres de CO2, en los que tan solo podrás acceder a ellos mediante vehículos eléctricos, trenes, bicicletas o directamente andando.
  • Los impuestos que se aplican a los vehículos financian las redes ferroviarias del país que cuentan con nada más y nada menos que con 5000 kilómetros de vías y que desplaza a más de 300 millones de pasajeros todos los años. Para ellos el tren es el medio de transporte por excelencia y como llegar, llega hasta las mismísimas cumbres tal y como pudimos comprobar con el famoso Jungfraujoch, tren cremallera que atraviesa los alpes hasta la friolera de 3454 metros de altura.

Como veis, actuaciones como estas en pocos sitios las veréis y ni que decir tiene su respeto por las cosas y mantenimiento del entorno.

Suiza y sus suizos, aunque no pertenecen a la UE y están económicamente al margen con su querido franco, puede decirse que son un país que a efectos prácticos es de la UE dado a que geográficamente se ha convertido en país de paso por sus países vecinos: Austria, Alemania, Italia, Liechtenstein y Francia, situación que les ha llevado a que en el país existan 4 lenguas oficiales: Alemán (más del 65% de la población), Francés (un 20% aproximadamente), Italiano y Romanche (lengua latina hablada en Suiza y que menos de 1% habla) y a tener influencias sociales de todos ellos.

Los suizos a lo largo de su historia nunca han entrado en ningún conflicto bélico con ningún país, convirtiéndose este en un dato curioso si pensamos que dada su ubicación, estos se encontraban en pleno follón de la segunda guerra mundial. Las malas lenguas dicen que Suiza era la hucha de Hitler y que este jugaría a las guerrillas con quien fuera menos con su dinero.

Oír hablar de los suizos es sinónimo de relojes y bancos. Dicen que en Suiza hasta el más tonto hace relojes y no es para menos cuando entre estos, el chocolate y sus bancos, que a día de hoy son las huchas de muchimillonarios y magnates de medio mundo, han convertido a su economía en una de las más poderosas del mundo y con mayor nivel de vida siendo tan solo superado por países como Luxemburgo, Noruega, Qatar, Islandia e Irlanda.

Como dato curioso y para que os hagáis una idea de lo que os digo, comer en Suiza, rebuscando y tirando a lo mínimo, nunca te saldrá por menos de 20-25€ por plato, sin bebida y por persona. Un menú BigMac en un McDonals viene a salir por unos 10€ aproximadamente, precios que a nuestros ojos pueden parecer caros ya que son el doble de lo que estamos acostumbrados a ver pero que si fuéramos suizos nos parecerían la mitad de lo que pagamos nosotros puesto que sus sueldos cuadriplican a los nuestros.

En cuanto al clima, tan solo deciros que en mi maleta había chalecos, bufandas, camisetas de manga corta, botas de montaña, calcetines de nieve, paraguas, gorra y chaquetones y con esto no os quiero describir mi armario sino explicaros que según la zona de Suiza a la que vayáis el clima puede ser de un modo u otro convirtiendose en más o menos lluvioso, más o menos caluroso, mas húmedo o más seco y si os encontráis en zonas de alta montaña lo más posible es que la lluvia que os comentaba antes se convierta en nieve y por lo tanto unas botitas de nieve y unas gafas de sol no estarían de más.

En mi caso este hecho pude comprobarlo de primera mano dado que atravesamos el país entero de sur a norte, de Ginebra a Zurich, y la lluvia, la nieve, el hielo, el sol, calor, frío y humedad hicieron aparición en varios momentos del viaje volviendo loca a nuestra maleta y por supuesto a nuestra retina con un relieve extremadamente cambiante, en tan poca extensión de terreno y que lograba que cada noche, cada vez que cerrabas los ojos esas imagenes que habias visto durante el día pasaran como postales a modo carrusel una tras otra y te incitaban a seguir queriendo investigar tan maravilloso país que tantos lugares increíbles alberga.