Hotel Lloyd de Amsterdam. Un hotel a mi medida

Puedo afirmar con total seguridad que si hay un hotel hecho a la medida de mis gustos, ese es el hotel Lloyd de Amsterdam.

El hotel se encuentra al este de Amsterdam, casi al filo de uno de los muelles de la ciudad y gran parte de sus habitaciones tienen vistas al rio Ij. Al principio nos pareció un poquito lejano y retirado de la ciudad, pero más tarde, con planito en mano, vimos que cogiendo el tranvía (el numero 10) en menos de 10 minutos te plantas en pleno centro de la ciudad y creedme si os digo, que esos 10 minutos no os pesarán en absoluto después de vivir una experiencia tan divertida en alguna de las habitaciones y salones del hotel.

Por fuera es un tanto peculiar, me resulto una mezcla de varias cosas a la vez: colegio, oficinas, museo… no sabía explicarlo muy bien, era algo raro y mira tú por donde que no iba yo demasiado desencaminado, ya que desde el año 1921, el edificio ha sido hotel de emigrantes que se dirigían hacia América, una prisión durante la ocupación alemana, un centro de menores en los años 80 y hasta el año 1999, un taller de artistas. Toma pan y moja.

El hotel tiene habitaciones de 1 a 5 estrellas, estás van desde los 95€ a 450€ aproximadamente y han sido diseñadas por varios diseñadores holandeses siguiendo como único patrón de diseño decorar cada habitación según sus propios gustos e imaginando el hotel en el que ellos hubieran querido alojarse.

Por tanto, podéis imaginaros el popurrí de habitaciones que te puedes encontrar. Las hay de todo tipo, todas ambientadas de maneras completamente distintas y con el surrealismo como común denominador en la mayoría de ellas: hamacas en medio de la habitación, cuartos de baño verde funky, estilos retro combinados con modernos, habitaciones en aticos decorados en madera con ventanales al cielo, camas en el interior de armarios, otras con camas para 8 personas, enormes ventanales de varios metros de altura, etc… en fin, todo aquello que pueda ocurrírsele al diseñador de turno y que te supondrá una sorpresa cada vez que te alojes en el hotel. Una pasada vamos.

Los pasillos daban un poco de “yuyu”. Parecían los pasillos de un internado y a cada lado encontrabas enormes estanterías con libros de todo tipo: de arte, turismo, periódicos, historia… como una enorme biblioteca repartida por todos ellos.

El hotel dispone de un restaurante 24 horas “snel” (comida rápida en holandés) decorado como si fuera una biblioteca.

Además dispone de un estudio de grabación, muelle privado para embarcaciones, sala de internet, otra de juegos para niños y lo más interesante, al menos para mochileros, habitaciones con cocina.

Nuestra habitación, de categoría 4 estrellas, era genial. Yo estaba alucinado. Me resulto surrealista y completamente fuera de lo normal. 3 dependencias únicamente separadas por puertecitas abatibles al estilo oeste. Lo primero, nada más entrar, una entradita, bastante grande, con sofá de piel, mesa de madera antigua al estilo “cuéntame”, con más años que matusalén y suelo con losetas medio desencajadas. La leche.

Aquí teneis la lampara de cristal del recibidor junto con la primera de las puertas abatibles y la ducha.

Lo siguiente el cuarto de baño. El váter en medio de la habitación. El estilo completamente distinto al resto de la habitación. Azulejos antiguos y tanto sanitarios, grifería y espejos de estilo años 50. Como pega, decir que en caso de apretón, compartir este y la banda sonora que suele acompañar a estos con el resto de la habitación, es algo inevitable y puestos a ser escatológicos… un poquito de Ambipur tampoco vendría mal para el después de la fechoría.

Y por si esto fuera poco, el dormitorio. Una supercama de más de 2 metros de ancho, con enormes ventanales de estilo francés con vistas al rio Ij acompañados de un techo de 12 metros de alto.

Chulísimo, nunca había visto uno así y dormir con un techo tan altísimo es una sensación super extraña.

El resto del hotel tampoco tiene desperdicio, está lleno de rincones alucinantes, pasear por él es toda una aventura y más aún si lo haces de noche. En definitiva, recomendado y surrealismo y diversión aseguradas, al menos, para gente a la que le gusten las sorpresas y aquello fuera de lo común.