Uno de los sueños viajeros que desde siempre he querido hacer es el de poder dormir en jaima bajo un cielo repleto de estrellas en el desierto. Poder comprobar por mi mismo cómo es el silencio del desierto y vivir la experiencia de dormir en un campamento bereber ha sido desde siempre para mi algo que me moría de ganas por hacer y que por fin, en esta ocasión en Marruecos, viviría junto a mis amigos e Ibrahim, nuestro guía por las dunas, en el desierto de Merzouga, en pleno Sahara.
La jornada hasta el momento había sido intensa. Nuestra llegada al desierto en mitad de una tormenta de arena, el quad y la ruta en dromedario por el desierto hasta el campamento había sido sólo el principio de una de las mejores experiencias de mi vida. Aún nos esperaban muchas más vivencias y momentazos que aquí os cuento.
Según llegamos, al campamento, en mitad de la noche, Ibrahim nos guió hasta una jaima donde nos recibirían con un té de hospitalidad que nos vino de lujo para cargar pilas.
El campamento estaba justo a los pies de la gran duna. Una duna de casi 100 metros de altura, perfecta para protegernos de los vientos y sobre la que según dicen se ve un amanecer espectacular.
Tras el té, dejaríamos las cosas en la que sería nuestra jaima y ubicarnos y acicalarnos, pusimos rumbo a la cena donde devoraríamos un delicioso Tajín de pollo que liquidamos como auténticas rapaces.
La pinta lo dice todo, ¿verdad? Pues imaginad como entró…
Noche de tambores!
No habíamos terminado todavía de cenar cuando a lo lejos se empezaron a escuchar tambores. Dicen que la curiosidad mató algo y en nuestro caso fueron 4 gatos a los que la curiosidad los llevo a seguir el sonido de los tambores para ver qué pasaba exactamente.
Nada más llegar, vimos a varias personas que también dormían en el campamento dentro de una enorme jaima donde varios de los guías que nos habían llevado hasta el desierto tenían allí liada la de dios con un espectáculo de tambores con canciones del desierto.
Entre tambores y risas nos arrancamos a cantar y tocar los timbales como auténticos bereberes! Nos dieron unos timbales y tambores y nos echamos unas risas increíbles ante aquel grupo de bereberes que no daba crédito a nuestras excelentes y arítmicas canciones, jajaja!
Dormir en jaima, ¡el momento más esperado!
Tras pasar casi una hora a ritmo de tambores, el sueño empezó a hacer mella entre nosotros y la hora de irse a la cama, o mejor dicho, a la jaima, llegó. Tanto a Diana, Juan Ramón como a Marian, les propuse que me acompañaran a dar un paseo en mitad de la noche por el desierto. La noche no era cerrada 100%. La luna estaba bastante crecida y se podía pasear perfectamente sin problema. Pero pese a mi insistencia… me dijeron que tenían mucho sueño y decidi dar una vuelta yo solo por la zona.
Había soñado muchas veces con ese momento y no me lo quería perder por nada del mundo. Fue una pasada escuchar la brisa de la noche del desierto allí en medio, entre dunas y en mitad de la nada.
El campamento permanecía tranquilo bajo una extraordinaria calmachicha y alguna que otra bombilla que permanecía encendida gracias al generador de gasolina de la jaima-cocina.
Tras media hora de momentos bohemios paseando bajo la luna y las estrellas alrededor del campamento de jaimas, decidí que ya era hora de ir a dormir, no sin antes hacer una visita a nuestros compis de camino.
Una vez en la jaima podría decir que la lié un poco. Mi cama estaba sin hacer, mis compis todos durmiendo y allí no había ni una sola luz que me orientase de cómo tenía que poner las mantas…
Entre la luz del móvil y mis constantes esputos debido al peso de las mantas… desperté a todo el personal 😀 Ay… de verdad que no quería pero no hubo más remedio. Eso les pasa por no acompañarme.
Ya en la cama, el viento empezó a sonar. La jaima parecía venirse abajo en ocasiones y por momentos llegué a pensar que la tormenta de arena se había reactivado.
La noche transcurrió así, entre la calmachicha del silencio de la noche y el sonido del viento. Un viento que parecía no poder con las jaimas y es que si estas están fabricadas así, será por algo, me dije yo. Siglo a siglo las jaimas han sido el mejor lugar donde dormir en el desierto para los bereres y aquella noche, el viento nos dio la respuesta del por qué. Ya no sólo por su facil montaje y desmontaje, sino porque no son un obstaculo para el viento. Algo de viento se cuela entre las paredes, insignificante para los que estamos dentro pero suficiente para que no derribe el campamento.
Con el ritmo del viento el sueño se apoderó de mi hasta el amanecer, donde arrancaríamos de nuevo en dromedario hasta el pueblo, pero eso, es otra historia que si queréis podéis leer aquí. ¡Merece la pena!
Información práctica si quieres vivir esta experiencia
¿Hace frío por la noche en el desierto?
Nosotros no pasamos demasiado frío. En el campamento de dan mantas de sobra para que ni lo sientas. Es conveniente llevar algo de abrigo para nada exagerado. No vas al polo norte…!
¿Cómo puedo llegar hasta ese campamento y dónde domir en jaima?
¿Te gustaría vivir algo así?
Si os ha molado mi viaje y queréis vivir algo así tenéis que contactar con Moha, la persona que a nosotros nos guió. Su email es [email protected] y su web es www.viajeenmarruecos.com.
Les elegí a ellos por la recomendación de un amigo viajero y por la cantidad de opiniones positivas que leí de ellos en Tripadvisor y porque la verdad no era nada, nada caro…
No olvidéis decir que vais de parte de «Diario de un Mentiroso», seguro que os hace algo especial en el viaje 😉
¿Es importante llevar seguro de viajes?
Nosotros recomendamos viajar siempre a este tipo de países con un seguro. El que nosotros contratamos es este y por reservar desde aquí se te aplica un -5% de descuento, que no está nada, nada mal…