Parque de las Ciencias, “cienceando” por Granada

La foto con Einstein, en el Parque de las Ciencias de Granada, es cada vez más un clásico de la ciudad pero aún así, hay turistas que vienen con el estereotipo de que Granada es igual a “Alhambra, Sierra Nevada y Esquí”, pasando por alto lugares como el Parque de las Ciencias. Con este post, quiero enseñaros los 70.000 metros cuadrados de ciencia y diversión que Granada tiene a un paso del centro de la ciudad y que a mi, en su día, me engancharon siendo lugar de peregrinación para un curioso como yo cada vez que visito Granada.

7 campos de fútbol de expositores de los que yo denomino “no aburridos”. ¿Por qué? Pues porque en ellos no solo te informas y aprendes cosas curiosas sino que toqueteas todo lo que quieres y compruebas por ti mismo fenómenos de la ciencia y curiosidades de todo tipo repartidas en varias salas según el área a la que pertenezcan.

Según entras, compras tu ticket, poco más de 6 €urillos, y junto a una serie de juegos de habilidad, que si eres un poco torpe, mejor no los intentes porque puedes pasarte la mañana en ellos, encontramos el péndulo de Foucault, una enorme bola que va y viene en círculos demostrando la rotación de la tierra y que da nombre al primero de los edificios donde encontraréis las salas Eureka, Percepción y Biosfera.

La sala Eureka, dedicada a la Física y la mecánica, donde entre otras cosas te podrás subir a una bicicleta que medirá con tu pedaleo la potencia que generas.

La sala percepción, dedicada a la luz, los fenómenos de refracción de esta, juegos de espejos y el sonido.

La sala biosfera, donde podrás ver desde como es el interior de la tierra hasta como se forma un tornado o un remolino de agua.

Un viaje al cuerpo humano, en salas donde aprenderás como funcionamos por dentro y podrás ver algunos cuerpos y partes de animales conservadas por la técnica de la plastinación, la misma que se utilizó para la famosa exposición del Body Worlds, que aunque da un poco de yuyu ya que lo que vemos no son muñecos sino personas de verdad, es absolutamente alucinante.

Las exposiciones se dividen en temporales y permanentes, de modo que si en algún momento hay alguna que os interese, siempre es buena ocasión para re-visitar el parque en el caso de que ya lo hayáis visitado que es lo que a mi normalmente me sucede.

Si vais con pequeñajos de 3 a 7 años, tenéis la zona “explora”, donde estuve a punto de meter a mi amigo Miguel Ángel en más de una ocasión pero no hubo manera, prefería montarse en las máquinas de la sala de prevención.

En esta sala, te enseñan, entre otras cosas, a adoptar buenas posturas mientras trabajamos, estudiamos… y nosotros, hicimos, lo que pudimos.

¿Prevención? Eso le diría yo con esta imagen que te pone los pelos de punta, a todo esos borrachines que conducen al volante. Más de uno debería de tener más en mente imágenes como esta, la próxima vez que beba y ya no solo por él mismo, sino por los demás. No es justo que paguen justos por pecadores.

Para los amantes del cosmos, los astros y planetas, el parque dispone del observatorio astronómico, donde si te interesa podrás acudir a sus “noches de astronomía” y mirar por un telescopio profesional del Instituto de Astrofísica de Andalucía con el que podrás encontrar hasta a E.T, pero mientras tanto, fijaos como nos dejó una cámara térmica, no somos extraterrestres, pero casi eh?

Ya en el exterior, os llamará la atención la que yo llamo “torre de las hormigas”, su nombre real es “torre de observación” pero a mi me gusta más el otro.

La torre tiene 37 metros de altura con un mirador al que podréis subir para disfrutar de las vistas de la ciudad y la sierra.

70.000 metros cuadrados dan mucho de si, tanto, que tienen montado hasta un espectáculo de aves rapaces, si, en medio de la ciudad, siendo una de mis actividades favoritas del parque.

Ver a esos bichos adiestrados en acción es una pasada.

Y ya que estamos hablando de bichos, de las aves pasamos a las mariposas.

En una especie de selva, dentro de invernadero gigante, decenas de mariposas de especies exóticas viven en condiciones ambientales propias del trópico gracias a la humedad que allí tienen, que si llevas la permanente hecha mejor no entres.

Pasar una tarde o una mañana en el Parque de las Ciencias se puede decir que “queda corto”. En una sola visita podrías pasar el día entero dada la cantidad de cosas que hay en él, pero desde luego, lo que si que está claro, es que la visita a este bien merece la pena.

Desde aquí, mi agradecimiento al Parque de las Ciencias, por invitarnos a “ciencear” por sus instalaciones y a Ana, por sus explicaciones y buen trato que convirtió la visita en una experiencia súper amena.