Como amantes y locos de los gatos que nos consideramos, una de las experiencias más potentes, freak y surrealistas que vivimos en Japón fue la de visitar un Neko Café en Tokio, cuya traducción literal al español sería algo así como un café para gatos en el que entras, te sirves un café y mientras tanto ejercitas el bello arte de acariciar a los seres vivos más peludos y achuchables de cuatro patas.
Por increíble que parezca, en Japón está prohibido el tener mascotas en edificios residenciales o de apartamentos, por lo que, tras la aparición de este tipo de locales por primera vez en Taiwan, los japos lo importaron a Osaka, donde pronto se extendería por el resto del país popularizándose a tope junto con los bares para conejos 😀 Sí, lo que leéis, también los tienen para conejos.
En ese sentido los japoneses son la ostia. Tienen soluciones para todo y las cafeterías para gatos en Japón son lo más parecido a una solución salomónica ante el tema de no poder convivir con ellos en casa.
En nuestro caso… el ir a un Neko Café no era cuestión de necesidad sino frikismo puro. Yo tengo 2 gatos y mi hermana 5. Qué os voy a contar. Tenemos un Neko Café en casa. Pero bueno, digamos que como amantes de la vida gatuna en ese sentido “nos va la marcha” y no pudimos evitar el visitar un Neko Café en Japón, y dado que en Tokio, estuvimos unos 5 días, aprovechamos un día de lluvia para hacer lo propio y rodearnos de nuestros peludos amigos frente al calor de un buen café de máquina Nestlé.
De los casi cuarenta Cat Café en Tokio que hay registrados en la ciudad, nosotros nos decantamos por el Nekorobi Café del barrio de Toshima, tras leer muy buenos comentarios que lo situaban como uno de los mejores Neko Café de Tokio en el ranking de Tripadvisor.
El ticket de acceso al bar sale por unos 1300¥ (poco menos de 10€) y pagando esa cantidad tienes derecho a entrar y salir en el día, tomar todo el café o refrescos que quieras y acariciar con cariño y mesura a tantos hermosos felinos como desees.
Para el que no lo sepa, el ronroneo de los gatos tiene enormes beneficios para la salud, y eso, sumado a que el hecho de acariciarles, desestresa, digo yo, que dadas las circunstancias legales que hay en Japón con el tema “mascotas”, para cualquier amante de los animales de este país, tener cerca de casa un bar de gatos en Japón al que poder ir cada dos por tres es mano de santo a la hora de suplir la necesidad de acariciar el lindo pelaje felino de estos diminutos seres de orejas puntiagudas.
Una experiencia Nestlé de lo más peluda
Personalmente, la experiencia de ir a un Neko Café en Tokio fue un absoluto What the Fuck!, pero de libro. Vamos, de esos para enmarcarlos para toda la vida. No sabéis la impresión que da el ver a todos esos japos, en ocasiones medio obnubilados, mirando fijamente a los gatos como si fueran la vieja del visillo. Atentos al vídeo 😀
Como veis, te gusten o no los gatos, visitar un Neko café en Japón es una frikada que tienes que probar, sí o sí, y de la que yo desde luego no me arrepiento en absoluto. Pero bueno, vamos al grano y os voy a contar un poco cómo fue el minuto a minuto.
Según llegamos, subimos por un ascensor antiguo al más puro estilo Madrid de los años 50, pulsamos la planta de la cafetería de gatos y nada más abrirse la puerta del ascensor, nos topamos con un zapatero donde descalzarse, una pequeña recepción donde apoquinaríamos la entrada y tras esto un enorme jaleo felino repleto de castillos, casitas de cartón, juegos, cestas y camitas repartidas en unos 30-40 metros cuadrados que nos dejaron entre patidifusos, ojipláticos y cagados de la risa.
Previo a sentarnos con los felinos, dejamos las mochilas y bolsos en unas taquillas para estar cómodos en el interior. Tras esto, nos lavamos las manos con jabón y alcohol de manos en un cuarto de baño “la mar de felino” para estar perfectamente desinfectados.
Como podréis imaginar, en un país como Japón, este tipo de negocios está súper regulado, les exigen un montón de permisos y son sometidos a un montón de controles e inspecciones para hacer que se cumplan las leyes de protección de animales.
La felicidad y bienestar de estas criaturitas de Dios es lo primordial. No hay nada como un pelaje brillante al que acariciar, y para lograr eso, todos ellos deben estar sanitos y felices.
La manada que encontramos allá adentro era graciosísima. Los había de todos los tamaños, colores y edades. Además súper juguetones y coscosos.
A lo largo de la tarde hubo algún que otro momento tenso entre los machos de la manada. Las disputas territoriales por el amor de sus “pasajeros amos” es constante. Todo sea por una caricia y si hay que zurrarse… se zurran 😀
Pero vamos, lo que está claro es que la vida de un felino en un café de gatos en Japón es el sueño hecho realidad de cualquier gato doméstico.
Barra libre de pienso, juguetitos de todo tipo por todos sitios, alguien siempre dispuesto a dar una caricia y para rematar… un súper castillazo central que es el sueño de todo gato travieso tal y como podéis ver en las fotos.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue el ver a personas allá adentro que no jugaban con los gatos y que simplemente estaban allí por conectarse a Internet. Supongo que un entorno así les gustará en lugar de estar en casa solos. Los japos son muy de buscar la compañía en lugares de este tipo. Fueron varias las situaciones en que pudimos comprobarlo a lo largo de todo el viaje.
Finalmente, tras casi 2 horas que se nos pasaron volando, la hora de despedirnos de los mininos había llegado.
Muy educadamente, la dueña del local nos invitó a dejar dormir a los mininos con unas luces que poco a poco irían apagando a medida que salíamos del local.
En mi familia, la tradición felina es muy potente. Shira, Dami, Niky, Luna, Lupi, Zipi y Keka son la alegría de nuestras casas, y bueno, por mucho que la gente se empeñe en decir que no son cariñosos… en un lugar así muy probablemente podréis comprobar que eso es mentira y de paso alucinar con una de las extravagancias más alucinantes que vimos durante nuestro viaje de 12 días por Japón de nuestros amigos los japos.
Dedicado a todos los amantes de nuestros amigos los gatunos