24 horas en Amsterdam

El significado de la palabra Ámsterdam proviene de un dique que se construyó en el rio Asmtel y dado que el emplazamiento de la ciudad se haya sobre él, la ciudad pasó a llamarse Ámsteler-damme o lo que es lo mismo, “dique del rio Amstel”. Para unos, la palabra Ámsterdam, es oír hablar de Van Gogh, de la historia de Anna Frank, de sus parques, flores y canales, su historia y de lo que estos son testigo junto con las cientos de fachadas que a estos acompañan. Sin embargo, para otros, la palabra Ámsterdam es sinónimo de tolerancia, diversidad y “mente abierta”. Para muchos Amsterdam es un oasis de libertad donde dejarse llevar en contra de las cadenas que en su ciudad de origen se les ponen. Lugares como los famosos coffee shops, donde consumir drogas blandas es algo normal o el barrio rojo, donde prostitutas posan en escaparates bajo las famosas luces rojas que dan nombre a este barrio, son el vivo ejemplo del surrealismo que puedes llegar a vivir en Ámsterdam si lo comparas con el resto de ciudades europeas.

Nuestro periplo de 24 horas por Ámsterdam en busca del significado de la ciudad para nosotros, empezó en la oficina de turismo de la ciudad, situada frente a la estación central de trenes y que nos vino estupendamente ya que llegamos a Ámsterdam en tren desde Utrecht. Después de presentarnos y de explicar que veníamos con Turismo de Holanda, nos hicieron entrega de las famosas tarjetas “Iamsterdam card”.


Usarla es supersencillo. La Iamsterdam Card es un carnet, que podrás comprar para un periodo de 24, 48 o 72 horas y con la que no solo podrás entrar a los 37 museos de la ciudad sin esperar cola, sino que tendrás derecho a un trayecto por los canales de la ciudad, visitar comercios de la ciudad “con regalito”, descuentos del 50% para parkings, un 25% en restaurantes y lo mejor de todo, con la Iamsterdam card, podrás utilizar el transporte público de la ciudad, autobuses, metro y tranvías, todo lo que quieras, durante el tiempo que dure tu tarjeta. Nosotros personalmente le sacamos muchísimo partido al transporte público. La recomiendo plenamente sobre todo si vas a estar poco tiempo en la ciudad ya que el tiempo que nos ahorramos con ella entre colas y transportes fue impresionante y nos permitió ver la ciudad durante el poquito tiempo que estuvimos en ella bastante bien. Si te organizas le puedes sacar muchísimo partido.

Con las tarjetas y un mapa de la ciudad en mano, nos dirigimos al hotel Lloyd y dejamos las maletas en recepción, ya que como comenté en anteriores post, el check-in en Holanda es a las 15.00 horas. Desde allí hicimos uso de nuestras tarjetas y cogimos el primer tranvía en dirección “barrio de los museos” con el propósito de realizar nuestra primera visita que sería nada más y nada menos que al museo Van Gogh, pero para ello, previamente, atravesamos el parque Volderpark, uno de más grandes, románticos y bonitos de Holanda.

El barrio de los museos es la cara tranquila de la ciudad, es un barrio muy turístico y con un perfil de visitante con las vistas puestas en museos como el Rijksmuseum, el Diamantes Coster, donde podréis ver como tallan un diamante, el museo Stedelijk o el Concertbouw, donde se celebran un montón de conciertos.

El barrio es una chulada. Por sus callecitas se respira orden y tranquilidad. La arquitectura de las calles fantástica y en completa armonía con las omnipresentes flores que en cualquier arríate de la ciudad salen como por arte de magia.

Ya en nuestro destino, el museo Van Gogh, nos encontramos con una kilométrica cola para entrar a este, y que, mágicamente con nuestras estupendas tarjetitas, nos saltamos sin tener que esperarla. A la entrada te dan un folleto informativo sobre la vida de Van Gogh, sus obras más importantes y etapas a lo largo de su vida.

Como sabéis, los cuadros de Van Gogh están repartidos por varios museos y colecciones privadas del mundo. Es un poco surrealista que toda su obra no se encuentre en su propio museo, pero así es. Sus obras más importantes están en él, pero no esperéis encontrarlas todas, todas. Aún así, las 3 plantas del museo no os dejarán indiferentes. Sus obras son verdaderamente alucinantes y parece mentira que el pobre Vicente no triunfase en vida y fuera después de su muerte cuando empezara a reconocérsele como artista. Si este levantara la cabeza y viera lo que ahora hay organizado alrededor de él, sus obras y su vida, creo que se cortaría la otra oreja, de esto, no os quepa duda.

A nuestra salida, continuamos paseando por las callecillas del barrio y dirigimos nuestro rumbo hacia la casa de Anna Frank con un par de paradas “muy holandesas”.

La primera de nuestras paradas, antes de ir a la casa de Anna Frank, fue en una tienda de quesos donde alucinamos. Habia quesos de todos los tipos y colores: rojos, verdes, narajanjas y amarillos, de curry, pesto, especias griegas…

Entre la variedad de quesos más famosos que podreis encontrar en Holanda están:

  • Queso Edam: Esta hecho con leche de vaca y puedes encontrar duro o semiblando. Normalmente lo recubren con cera roja.
  • Queso Gouda: Es un queso duro y de los más famosos y que representa el 60% de la producción de queso de Holanda. Está hecho con leche de vaca y lo recubren con cera roja o amarilla.
  • Queso Massdam: Es la alternativa holandesa al queso Emmental suizo.

Lo mejor de la tienda no solo fue la cantidad y impresionante variedad de quesos, sino unos platos junto a los stands en los que te ofrecían degustaciones con todas las variedades de queso de la tienda para probar tantas veces como quisieras. La gente abusaba de manera brutal.

Llegué a ver a un tipo coger un puñado y dejarme con zurrapillas de queso gouda, pero bueno, tampoco me importó ya que constantemente estaban reponiendo las bandejas de queso y nunca te quedabas sin probar un queso y sin repetir. Esta estrategia puede parecer absurda por parte de la tienda, ya que delante mía vi como uno de los encargados se ventilaba un par de quesos simplemente en degustaciones, pero si no llega a ser por las degustaciones no me habría quedado prendado de los quesos que compre. El queso engancha.

De allí continuamos nuestro recorrido llegando a uno de los lugares más famosos y coloridos de Ámsterdam. Os hablo del popular Bloemenmarkt o lo que es lo mismo, el mercado de las flores, que encontrareis junto al canal Singel de la ciudad.

Es impresionante la cantidad de flores y colores que se ven allí: Margaritas, gladiolos, hortensias, enormes girasoles y por su puesto los famosos tulipanes.

El negocio de las flores en Holanda es algo sorprendente. Como sabéis es el principal productor de flores del mundo y la filosofía de la flor es algo que debe de estar muy arraigado en los habitantes de este país ya que, una de las cosas que más me llamó la atención en mi visita a Holanda fue precisamente el hecho de ver a personas por la calle con ramos de flores como si de comprar el pan vinieran. Debe ser muy común el tener flores frescas por la casa, porque de verdad, no fueron ni una ni dos personas las que vi en ese plan. Alucinante.

Pero en el mercado no solo podréis comprar flores, también semillas, cactus, plantas exóticas, bulbos de tulipán y otras flores, etc, y lo más sorprendente, hojas y semillas de cannabis, que como sabéis, en Holanda es absolutamente legal a diferencia de muchos países.

Con los ojos llenos de color continuamos nuestro camino paralelos al canal Singel donde descubrimos una iglesia alucinante. En el número 446 del canal Singel, encontrareis la iglesia de St. Franciscus Xaverius. Al entrar alucinamos. En esa iglesia, las flores y el color predominan por los 4 costados.

Las columnas están pintadas por franjas verdes, azules, rojas y amarillas, las vidrieras del fondo forman mosaicos de muchos colores y todas las figuras de la iglesia están decoradas con impresionantes flores naturales. Merece la pena entrar ya que no vais a ver iglesias tan particulares, alegres y coloridas en muchos lugares.

A lo largo del canal singel podréis dar un agradable paseo observando las casitas de ladrillo de los márgenes de los canales. En este mismo canal, concretamente en el número 7, tenéis la casa más estrecha del mundo.

Para la Iamsterdam card, la casa de Anna Frank es la oveja negra, ¿eso que quiere decir? pues que ya por fin en ella, tuvimos que tragarnos una pequeña cola para esperar a entrar, pero bueno, mientras tanto, me dedique a observar las casitas flotantes que junto a esta reposan.

La casa de Anna Frank es realmente sobrecogedora. El recorrido por la casa está bastante bien organizado. Nada más entrar te dan un folleto informativo con la historia y distribución de la casa, de modo que vas caminando por ella e imaginas lo que en su día pudo ser la vida de la familia de Anna, durante 2 años, en aquella casa oculta tras el almacén del padre de Anna.

La vida la hacían de noche, debían tener cuidado hasta de no abrir los grifos, no tirar de las cisternas y hablar en voz baja durante el día. Las ventanas estaban veladas, todas cerradas y tan solo una de ellas, ubicada en la parte superior de la casa, daba al exterior con vistas a un castaño del que se dice que inspiró a la joven Anna a escribir su diario. Frente a él pasaban las horas, viendo sus ramas mover.

I know what I want,

I have a goal,

I have opinions,

a religion and love.

Caminando por esas habitaciones, escaleras y oscuros pasillos tan solo iluminados con viejas bombillas de luz amarilla y escuchar el quebrar de los suelos de madera me hicieron pensar en el miedo de esas pobres personas a ser descubiertas. Debía ser horroroso tener que evitar esos pequeños ruidos del día a día que durante 2 años les hicieron presos.

I long to ride a bike,

dance, whistle, look at the world,

feel young and know that I’m free.

Finalmente, tras 2 años de encierro, fueron descubiertos y la casa fue desvalijada cuando los encontraron, pero aún así, aun se conservan algunos pequeños detalles de la vida de la familia en la casa. Me llamó la atención unas rayitas que la madre de Anna hacia en la pared para medir las estaturas de Anna y su hermana y unas pequeñas pegatinas que Anna fue colocando en la pared de su cuarto para dar cierta alegría.

To buid a future,

you have to know the past

El azar y las cosas de la vida, hicieron que ese pequeño diario lleno de pensamientos de una niña, desvelaran al mundo, una visión en primera persona de lo que sintieron miles de personas a manos de los nazis. Sus diarios, sus palabras y lo vivido aquellos 2 años, son el legado que una jovencita dejó sin darse cuenta al resto de la humanidad como testimonio de la barbarie nazi y que a día de hoy ya son leyenda.

Sin darnos cuenta se nos echó el tiempo encima, casi las 4 de la tarde y aún sin comer, pero bueno, aunque estemos fuera de nuestra España sin horarios para la comida, tratándose de Ámsterdam, siempre hay algún garito o pequeño restaurante de comida rápida para llevar y en nuestro caso, cayó una estupenda pizza que devoramos en 10 minutos de reloj si queríamos pillar el último barco para recorrer los canales.

Corriendo como locos pillamos un tranvía para luego hacer un spring hasta el muelle desde el que saldría nuestro barco. Una vez allí, sacamos de nuevo nuestras Iamsterdam Card y sacamos nuestros pases.

Una vez a bordo puedes optar por quedarte dentro, con mesitas y explicaciones del “comandante” o bien, fuera, en una pequeña cubierta.

Personalmente preferí quedarme fuera, tomar un poquito el aire y sentir más los canales, jeje.

Con el barco pasas a un palmo de algunos puentes y el recorrido es una pasada. Si visitas Ámsterdam no lo dudes, en mi opinión lo considero algo imprescindible para todo aquel que visite la ciudad y quiera un punto de vista de los canales más importantes de la ciudad, puentes, fachadas, casas flotando y fiestas a bordo de pequeñas barcas que son alquiladas por los jóvenes holandeses.

Las casas flotantes son de lo más original y con el barco tendréis la oportunidad de meteros prácticamente en la cocina de ellas ya que se pasa a un palmo de sus ventanas. Vamos, que puedes verle hasta la marca del mantel si te esfuerzas un poquito. Vivir en una casa flotante es posible que sea una de los tipos de vivienda más originales del mundo pero eso si, no os quepa duda que el gasto mensual en Autan debe ser descomunal.

Como anecdótico, una casa que nos llamó mucho la atención, ya que en su interior tan solo se veían elementos decorativos de gatos, estatuillas de gatos, cuadros de gatos y cuando giramos la mirada a la entradita de la casa encontramos a un enorme gato de estos de 50 kilos. que en más de un programa tipo batidora han sacado, sobre una señora de avanzada edad, con moño despeinado y cara de no muy buenos amigos sobre una mecedora. Surrealista.

Después de nuestro paseíto a través de los canales y ya con la noche entrando en la ciudad, nos pasamos por uno de los coffee shops más famosos y curiosos de Ámsterdam. El Dampkring, céntrico coffee shop en el que se rodó una escena de Oceans Twelve y que a raíz de entonces saltó a la fama.

“Humeantes” y aún con ganas de seguir probando experiencias en la capital holandesa, decidimos pasear durante 1 horilla por el barrio rojo, con el objetivo de intentar responder a las habladurías y mitos que tanto persiguen a este barrio que, cuanto menos, es surrealista.

El nombre de barrio rojo se debe al color de las luces rojas (de ahí el nombre del barrio en inglés: Red Light) y fundamentalmente es frecuentado por curiosos, como nosotros. Los días clave son los fines de semana y durante el día y la tarde-noche puedes ver hasta niños, cosa que personalmente me dejó a cuadros, y grupos de jóvenes en pandilla que acceden a teatros en los que se practica la coyunda en vivo y en directo. La pregunta es: ¿llevarán palomitas? Quién sabe.

Nada más entrar en el barrio lo primero que hice fue guardar mi cámara de fotos y video ya que está terminantemente prohibido filmar ni hacer fotografías y si te pillan es probable que un armario de 4×4 se encare contigo y con suerte solo te diga que borres lo grabado. Poquito a poco fuimos avanzando y empezamos a ver los famosos escaparates.

Tengo que decir, que al menos en mi visita, las mujeres que había eran autenticas modelos. Tanto es así que en alguna que otra ocasión, tuve que mirar 2 veces porque entre la luz roja y los biquinis de colores eléctricos, parecían muñecas de goma.

De allí fuimos caminando hasta la famosa y enorme plaza Dam.

Por último, aprovechando ya lo poco que quedaba de luz, regresamos haciendo una paradita en la Museumplein, la plaza de los museos, e inmortalizamos nuestro Iamsterdam que puso punto y final a nuestra visita en la capital holandesa.

Una visita Express que nos dejó muy buen sabor de boca y que cerramos con un último y bucólico paseo por un Vondelpark que poco a poco iba cerrando sus puertas a medida que lo atravesábamos.

En definitiva, sea cual sea tu significado para Ámsterdam, a la vista está, que 24 horas en Ámsterdam son 24 intensos motivos para visitarla.